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  • Manuel Jabois

Los del maletín

EN GALICIA hace años había un caballero de gran tradición conservadora, promotor del macarthismo sexual, que nunca se separaba de su maletín. Se le llamaba, entre vecinos, «el del maletín». Tanto se aferraba a él que por momentos parecía esposado a una de sus asas. Como siempre ocurre, con los maletines y los amores desaforados, en cuanto tuvo un descuido se lo levantaron. Y efectivamente: las esposas estaban dentro. Fue cerrado el maletín con discreción, encogiéndosele a los presentes el alma, y se dieron por concluidas las investigaciones. El apodo fue cambiado con urgencia.

Una de las prácticas que UGT utilizó para cargar a fondos públicos sus actividades privadas tiene que ver con 700 maletines. EL MUNDO procuró exhibirlos por fuera, pero lo interesante hubiera sido saber qué había dentro. Es probable que esos maletines hechos en una fábrica asiática estuviesen llenos de argumentarios con los que atacar la reforma laboral porque con ella, como bien avisó Cándido Méndez, «nos vamos a China». Ocurre que si hubiésemos de situar a UGT en Gomorra, cuando en un pueblo de Nápoles se hizo para las mafias chinas el traje de Dolce&Gabanna de Angelina Jolie en los Oscar por 600 euros al mes, lo haríamos sin dudarlo en el cuartucho del costurero Pasquale, no en la alfombra roja.

Todo lo que se denuncia dentro del maletín, se encuentra en su propia superficie. Desde la deslocalización hasta el desvío de dinero de cursos para parados, llegando a los gastos de representación en convenio colectivo que cargó UGT a la Junta: 12.000 euros en gambas, jamón, cerveza y rebujito como si los hermanos Quintero hubieran reescrito Germinal de Zola.

En todos los países los servicios secretos tratan de matar a su presidente. Lo hacen en actos oficiales de importancia para reunirse después y saber si alguno consiguió tenerlo a tiro; detectan así agujeros en la seguridad. En UGT un grupo de élite decidió aplicar tácticas de la patronal para saber si está preparado el sindicato para defenderse con todos sus recursos. Pero al atisbar los fallos del sistema, en lugar de irse corriendo a subsanarlos se han puesto a apretar el gatillo como locos. Tan metidos en el papel que, pillados, han pedido prestados los tics del poder en caso de crisis, incluida la famosa cortina de humo. Esperemos que no haya juicio y condena, porque sólo faltaría, para hundirlos, que se les indulte.