ALICIA SÁNCHEZ-CAMACHO

LAS RAZONES DE SU MAYOR SECRETO

La catalana y Manuel Pimentel, el padre de su hijo, están tranquilos de que se sepa la verdad. «Manuel es feliz: ya dice en el cole que tiene papá y mamá»

BEATRIZ MIRANDA / SILVIA TAULÉS

Ayer EL MUNDO reveló en exclusiva el secreto mejor guardado de Alicia Sánchez-Camacho: que Manuel Pimentel, ex ministro de Trabajo del PP, es el padre biológico del hijo que tuvo la presidenta del PP catalán en solitario por fecundación in vitro en 2006. La noticia fue toda una sorpresa entre los ciudadanos, si bien había quien conocía la íntima relación que mantienen Sánchez-Camacho y Pimentel desde que a finales de los 90 trabajaran juntos en el Ministerio de Trabajo, cuando él lideraba la cartera y ella estaba a sus órdenes en calidad de directora general del Instituto Nacional de Seguridad en el Trabajo.

Sin embargo, es el evidente parecido de la criatura, de 7 años, con su progenitor, de mismo nombre y apellido desde que fuera inscrito en el registro como Manuel Pimentel Sánchez-Camacho en septiempre, la yesca que ha prendido siempre el fuego de los comentarios.

Pero, ¿cuál es la razón por la que el entorno de Sánchez-Camacho ha decidido hacer pública esta información hasta ahora guardada con el mayor celo posible? La Otra Crónica ha averiguado los motivos de su revelación. La candidata al Gobierno catalán temía que Método 3 filtrara este dato tan importante de su vida privada ante la lucha abierta que mantiene con la agencia de detectives por la grabación de la comida, también secreta, entre Sánchez-Camacho y la ex novia de Jordi Pujol Jr, Victoria Álvarez, en el restaurante La Camarga de Barcelona en 2010.

Aún no se ha esclarecido judicialmente quién fue el que encargó el espionaje de esta cita con conversaciones altamente confidenciales: si fue la propia Alicia; si fue el PSOE catalán a través de Pepe Zaragoza, lo que le costó su dimisión como miembro de la ejecutiva y cuya implicación demostró en exclusiva este periódico; o si la iniciativa partió del director de Método 3, Paco Marco. A pesar del pacto al que han llegado todas las partes de no revelar la conversación so pena de dos millones de euros, Paco Marco hace responsable a Sánchez-Camacho de la detención de él y de su equipo y de la quiebra de la agencia de detectives, ya que fue la propia Alicia quien les denunció por espionaje. Método 3 sostiene que fue ella misma quien hizo el encargo.

Ante esta delicada situación y, en previsión de que Método 3 filtraría el nombre del padre del niño, el entorno de Alicia decidió adelantárselo a EL MUNDO. En realidad, ya era el momento de hacerlo. Manuel Pimentel está separado de facto de su primera esposa, Pilar López Fernández de Córdova, madre de su única hija conocida hasta ahora, Pilar, de 20 años. Y es también un hecho que el ex ministro mantiene una estrecha relación con su hijo desde su nacimiento. Incluso la hermana del pequeño.

Así pues, Alicia no es a todos los efectos madre en solitario, tal y como aseguró en cuanto quedó encinta en 2005 tras un duro tratamiento hormonal de tres años que se costeó, dijo, con un préstamo que pidió al banco. De su relación con Pimentel nació el pequeño Manuel. Pero con la peculiaridad de que el niño no es fruto de la concepción natural, sino de la fecundación in vitro, en su caso a través de la donación voluntaria del esperma de su amigo y no del de un donante anónimo.

Al contrario de lo que se creía, Alicia prosigue su relación, hoy en la distancia, con Manuel Pimentel, ya retirado de la política, que vive a caballo entre Madrid, Sevilla y Córdoba. Y ambos están contentos con que al fin se sepa la verdad. Sobre todo el niño, Manuel, «porque al fin podrá decir en el colegio que tiene un papá y una mamá», desliza a LOC Eladio Jareño, jefe de gabinete de Sánchez-Camacho, quien también confirma que están «tranquilos» ante la repercusión de la historia de amor.

Alicia no es la única del PP que se ha sometido a este tratamiento para ser madre. También lo hizo Dolores de Cospedal en esa época, que tuvo a su hijo Ricardo, de 6 años, por inseminación artificial y sin pareja. «Es lo mejor que me ha pasado. Decidí ser madre soltera consciente y responsablemente, tras esperar cuatro años una adopción que nunca pudo ser después de someterme a una fecundación in vitro. Supongo que a todas las madres nos pasa lo mismo, pero achucharle y educarle es la gran apuesta de mi vida », dijo a Esther Esteban en Yo Dona.

En el caso de Alicia, no es extraño acudir a uno de sus mitines y ver a un niño sentado en un rinconcito jugando. Todo empezó una década atrás. Alicia se había divorciado y su objetivo de ser madre con pareja quedaba demasiado lejos. Se acercaba a la cuarentena y decidió, contaba en una entrevista a Silvia Taulés en Yo Dona hace poco tiempo, recurrir a una fecundación in vitro. Nadie pensó jamás que el donante no era anónimo. De hecho, ella subrayaba entonces que la Ley no permitía a las madres por inseminación saber la identidad del padre biológico de su hijo.

Pese a que Sánchez-Camacho trabaja las 24 horas, ella contaba que siempre encuentra espacio para Manuel. «Él es el centro de mi vida», decía. «Lo llevo a todas partes».

Pregunta.— ¿Hay algo a lo que no queráis renunciar?

Respuesta.— ¡A tanto! Sí que intento llevarlo al cole cada día.

Lo demostró el día de su cita con Yo Dona. En la rambla Catalunya un coche aparcó y los dos Sánchez-Camacho salieron acompañados de dos escoltas. Bajo el paraguas, abrazados con ternura, la presidenta del PP catalán llevó al pequeño hasta la puerta del Shalom, una escuela religiosa concertada, y le susurró cosas en el oído.

P.— ¿Por qué lloraba Manuel?

R.— Lo que más me duele de esta profesión es el tiempo que le robo a mi hijo, los momentos en los que le tengo que pedir perdón. Le dije que le vendría a buscar pero me tengo que ir a Tarragona y no llego a casa hasta las 2 de la madrugada como muy pronto. Un desastre. Pobrecito.

Hablaba Alicia después de haber vivido el momento duro del día: «Me lo prometiste, mami». En una cafetería, admite que sólo su Manuel hace que haya momentos en los que se llega a plantear dejar la política.

P.— ¿¡Dejar la política!?

R.— Mi hijo es tan importante que todo lo que hago es por él, no puedo hacer ver que no pasa nada en Cataluña, tengo que trabajar para que no herede un país destrozado. Por eso no dejaré nunca mi carrera, y menos en un momento tan crítico [en referencia al proceso independentista]. Gracias a él he conocido el verdadero amor.

Como Sánchez-Camacho no da puntada sin hilo, le dio muchas vueltas al colegio al que podía llevar a su pequeño. Lo matriculó primero en el Oak House, un colegio privado de Pedralbes, uno de los más caros y elitistas de la ciudad. Pero un día se complicó la jornada y no llegó a tiempo a buscar a su hijo. El tráfico de la ciudad estaba colapsado.

P.— Debió de ser un momento un poco crítico…

R.— Casi me vuelvo loca. Necesito tenerlo todo muy organizado porque soy madre soltera y si fallo yo, no hay un padre que me respalde. Por eso cambié a Manuel al Shalom, a pocos metros de casa.

P.— Y, ¿cómo se lo monta una madre soltera con tanto trabajo?

R.— Con la familia. Los hermanos de la política también viven cerca, así que cuando ella no puede atender a Manuel, siempre hay un tío dispuesto a hacerse cargo del niño. Somos un clan, estoy muy unida a mi familia y siempre hay alguien dispuesta a echarme una mano.

Como madre, su principal objetivo es que el niño no duerma jamás con alguien extraño. Y lo ha conseguido. «Siempre ha estado con alguno de sus tíos o de sus sobrinos, nunca solo». Las tareas domésticas le encantan y suele definirse como maruja. Por eso no tiene chica de servicio fija, sólo una asistenta que acude varias horas al día.

De llevar el peso de la casa se encarga Sánchez-Camacho. Así la conocen en el Mercado de la Concepción, uno de los más céntricos de la ciudad, donde compra, si puede, los sábados. Y en las tiendas del barrio del Eixample, donde vive desde hace años, cuando abandonó su Girona natal para centrarse en su carrera. Una carrera que dedica a su hijo, el pequeño Manuel. Pero cuya crianza mantenía en secreto hasta ahora con Manuel Pimentel.

MANUEL PIMENTEL conoció a Sánchez–Camacho durante su época al frente de la Secretaría de Estado de Trabajo (1996–1999). Sería Javier Arenas quien recomendase a Aznar a ese diputado andaluz, que entonces estaba casado con Pilar López Fernández de Córdova, la hija de un terrateniente cordobés, para hacerse después responsable de la cartera. Pimentel y Sánchez–Camacho pronto congeniaron en los pasillos del ministerio de Trabajo. En 1999, a él le hicieron ministro, un cargo en el que duraría poco más de un año. Su postura frente al endurecimiento de la Ley de Extranjería, unida a una serie de irregularidades perpetradas por su jefe de gabinete, desataría la ira del presidente, que no dudó en humillarle ante el resto de ministros. El sevillano se sintió tan contrariado que decidió comunicarle a Aznar su dimisión vía fax, un gesto que el ex jefe del Ejecutivo jamás le perdonaría. Pimentel dejó la política y hoy trabaja en la editorial Almuzara, de su propiedad. / Javier Negre

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