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  • Federico Jimenez Losantos

La vergüenza sindical

DE CREER al líder de CCOO, la detención de destacados miembros de su sindicato y de UGT por extorsionar empresas en beneficio de sus organizaciones es un acto impropio de un Estado de Derecho y que recuerda las detenciones y otras actuaciones de la Brigada Político-Social del franquismo. Entiendo que en sus lujosos cruceros por el Báltico, Toxo se haya acostumbrado a atender curiosidades más cosmopolitas, pero en los medios de comunicación españoles, no digamos en las redes sociales, el efecto de su denuncia es que los jóvenes, periodistas o no, se han lanzado a la Wikipedia o encomendado a San Google para saber qué era esa Brigada Político-Social. Y saberlo nos deja en muy mal lugar a los antifranquistas.

Compararla con la juez Alaya es el mayor elogio que en la España de hoy cabe hacer a la policía política de Franco, elogio harto inmerecido y, para mí, repugnante. Todos saben que a estos cobradores sindicales andaluces los ha detenido Alaya por el saqueo de fondos públicos a través de los ERE y el re-saqueo a las mismas empresas que recibían irregularmente esos fondos, así que corremos el peligro de que los jóvenes crean que los que nos oponíamos al franquismo no lo hacíamos porque nos negaba libertad sino porque nos impedía robar. Y eso, ni los sindicalistas. Yo supe de Camacho el de Comisiones y de Redondo el de UGT cuando eran «el de la Perkins» y «el de la Naval». Y el mayor elogio que hoy cabe hacer de ellos, viendo la actual degradación de sus siglas, no es que fueran a la cárcel por antifranquistas sino que iban a la fábrica a trabajar. Luego hacían política sindical y, eventualmente, los esbirros de la Social los detenían, maltrataban y mandaban a la cárcel. Pero nunca los jueces franquistas los condenaron por robar. La manifestación de sindicalistas –supongo que liberados del trabajo en que se honraban Camacho y Redondo– ante el juzgado de Alaya habrá recordado a muchos a las de proetarras contra algunos jueces vascos o las de ciertos clanes delictivos en pasillos de juzgados y hospitales. Dice el jurista Toxo que son las personas, no las organizaciones, las que delinquen. Cierto, pero, ¿cobraba Carmona por ser Carmona o por ser el de Comisiones? Los que insultaban a Alaya ¿eran familiares de presos o miembros de la banda? Qué vergüenza.