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  • Federico Jimenez Losantos

¡Diego, Selección!

HAY QUIEN todavía cree que el fútbol tiene poco que ver con la política, pero vaya si tiene. Tanto como los humoristas y las series de televisión. El resultado de la campaña naziprogre de la canallesca deportiva y política contra Mourinho fue saboreado este sábado a medianoche por los enemigos del Real Madrid. Ahora se ve hasta qué punto Mourinho no era, no fue nunca, el gran problema del Real Madrid, aunque sus últimos meses, por la rabia que produce la injusticia –sobre todo en un soberbio–, no hayan dejado en los aficionados el mejor recuerdo del entrenador portugués. Sin embargo, los tres años de campaña antimadridista –el primero, contra Cristiano; el segundo contra Pepe y los portugueses y, el tercero contra el entrenador, apuñalado por los reyezuelos del vestuario– acabaron con él.

Hasta ahí, malo, porque Mourinho fue el pimpampum del rencor al Real Madrid, que no es sólo manía a un club de fútbol. Pero lo peor es que alentaron en la masa neutra la ilusión de que con un entrenador amable, «pacificador», los males del Real Madrid se curarían, los campos de futbol trocarían en aplausos los abucheos, los trencillas del villarato dejarían de favorecer al Barça (sin Muñiz, tal vez el Madrid sería cuarto, pero el Atlético sería líder en solitario) y que la prensa deportiva, poblada de azulgranas, retrovaldanos y delbosquimanos se portaría decentemente. Vamos, que Relaño y los del as de oros entregarían en bandeja a Florentino la Décima y la Undécima. Cuánto tonto, Señor.

Comprobado el destrozo en todas las líneas, desbandados los ratones del vestuario sin nadie a quien morder y satisfechísima la oposición al mejor Club del Mundo –que sólo dejará de ser envidiado cuando no lo sea–, urge rehacer el mourinhismo, que más que táctica era actitud y más que estilo, afán de ganar. Hay que rehacer –o hacer– un equipo con los grandes jugadores que tiene el club. Y como hoy la gran figura, regalo de Mourinho conservado por Ancelotti, es Diego López, el mejor portero de España con permiso de Valdés; y como en la Pandi Roja se emboscan los que apuñalaron a Mourinho para acabar con Florentino y el Real, el grito del Bernabéu debería ser «¡Diego, Selección!». Es justo, los equipos se construyen desde atrás, es el único en plena forma y está curtido en sinsabores. Un ejemplo.