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  • Federico Jimenez Losantos

¿De quién es el dinero del Rey?

EN LA tarde agosteña, aunque septembrina, del lunes pasado, el Gobierno nos sorprendió con dos noticias que, de confirmarse, serán dos fechorías. Montoro, a través de esa Agencia Tributaria cuyos datos suele utilizar ilegalmente en el Parlamento para defender a su partido de las evidencias de financiación ilegal y para insultar a políticos, actores y creadores de opinión, filtró que el Rey le había prestado 200 millones de pesetas a su hija, préstamo que, como bien explicó ayer Félix Bornstein es un truco para pagar menos a Hacienda que si se hace una donación. Lo malo es que fingir que una donación es un préstamo para pagar menos impuestos queda fatal en el jefe del Estado, que tiene que dar ejemplo moral y, ya puestos, material. Y para colmo, Montoro y Ayuso olvidaron que en las hemerotecas yacen infinitos documentos del caso Urdangarin-Borbón, y en uno de ellos, publicado ayer por EL MUNDO, se demuestra que Iñaki y Cristina –cuya feliz estadía y seguridad en Suiza o en las playas francesas pagamos todos tan a gustito– no declararon préstamo alguno sino donación. Para Montoro, vil evasión fiscal, que sin duda perseguirá con la misma ferocidad que a la cúpula del PP.

Pero mientras esos documentillos en sede judicial desmentían las oficiosidades de Moncloa y Zarzuela, el Gobierno acometía la segunda parte de su operación para aliviar a la Familia Real de las pesadumbres de trincar sin tasa ni disimulo, que para eso son quienes son y nos tratan como creen que somos: gentecilla que está para pagar y, cuando toca, ovacionar. Rajoy quiere hacer con el juez Castro lo que el PSOE con la juez Alaya para quitarle el caso ERE. Gallardón, vía Torres Dulce y usando a ese fiscal Pedro Horrach del que Inda decía maravillas (pero, ojo, no es poca maravilla trepar en la maroma del Ministerio Público) ha ideado una fórmula grosera cuanto eficaz para ahorrar cefaleas en Zarzuela: quitarle el caso a Castro y enviar la instrucción, 160.000 folios, a Valencia, con la excusa de imputar a Camps y Barberá. Como Castro había empezado a investigar el blanqueo de capitales por Urdangabón, se plantea forzosamente una pregunta: ¿De dónde viene ese dinero «de la cuenta corriente personal» de Su Majestad? En última instancia: ¿de quién es el dinero del Rey?

>Vea el videoblog de Carlos Cuesta La escopeta nacional. Hoy: Cuando el problema es la tasa de actividad