Una ‘prueba de vida’ sobre Mursi

Ashton se reúne con el ex presidente mientras los islamistas siguen en pie de guerra

La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, abandonó ayer El Cairo sin avances visibles. Pero al menos sus reuniones con todos los actores en liza, incluidos los Hermanos Musulmanes, dejaron suspendido en el ambiente un prudente optimismo. Sin duda, no el suficiente para creer en el inicio de un diálogo entre enemigos, pero sí el preciso para llegar a un frágil alto el fuego y detener la espiral de violencia que ha dejado más de 300 muertos desde el derrocamiento de Mohamed Mursi, el pasado 3 de julio.

El mayor éxito de Ashton fue arrancar a la cúpula castrense el plácet para reunirse con un ex presidente que durante estas semanas ha sido retenido, interrogado por la Inteligencia militar y puesto en prisión preventiva por casos que, en su mayoría, tienen trazos de ser una fabricación motivada políticamente. El encuentro, el primero de un diplomático extranjero con el rais derrocado, tuvo lugar la noche del lunes en una instalación militar que Ashton dijo desconocer. «Como ya saben, anoche vi a Mohamed Mursi. Tuvimos una conversación amistosa, abierta y muy franca durante las dos horas que le vi», relató a la prensa la Alta Representante de la Unión Europea para la Política Exterior.

Desde Bruselas, su portavoz Michael Mann evitó aclarar si Ashton instó al islamista a firmar su dimisión formal y negó que se le hubiera ofrecido una «salida segura». El equipo de la británica aseguró que su traslado hasta el lugar donde se reunió con Mursi fue responsabilidad de los uniformados y rechazó que se le vendaran los ojos. Del contenido del encuentro trascendió poco.

«Se encuentra bien», certificó Ashton, quien desveló que había puesto el diálogo con Mursi como condición para efectuar su segunda visita al país en dos semanas. «Tiene acceso a la información a través de la televisión y la prensa por lo que hemos podido hablar de la situación y de la necesidad de seguir adelante», agregó. Pero rehusó proporcionar más detalles porque –arguyó– «él no puede corregirme si me equivoco».

La visita, iniciada el domingo con la resaca del feroz ataque policial a la acampada islamista de Rabea al Adauiya que se saldó con 80 fallecidos, impuso una suerte de tregua. Fuentes militares reconocieron a la prensa local que, ante la llegada de la mediación europea, habían dado orden de detener el planeado desalojo de las sentadas que mantienen desde hace un mes los Hermanos Musulmanes y los salafistas (rigoristas) en la capital. Ayer, sin embargo, Ashton tomó el vuelo de regreso a Bruselas con los islamistas enseñando músculo en las calles. Convocaron la bautizada como manifestación del millón y marchas hacia dependencias del Ministerio de Interior y la sede de la Inteligencia militar.

Los acólitos de Mursi atisbaron en los esfuerzos de Ashton cierto propósito de enmienda. «La Unión Europea apoyó el golpe de Estado, pero se ha dado cuenta de que Al Sisi (comandante en jefe de las fuerzas armadas) actúa de un modo terrible y que las protestas continúan», opinó el manifestante Ahmed Nagla. «Está intentando lavar su cara y solucionar de alguna manera este desastre», agregó Emad Desuki.

La tentativa de acercar a militares e islamistas contó también con el beneplácito de Estados Unidos, con su crédito bajo mínimos entre partidarios y detractores del presidente depuesto. El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, conversó por teléfono con Ashton. «Apoyamos y apreciamos sus esfuerzos para suavizar las tensiones, evitar más violencias y ayudar a sentar las bases de un proceso pacífico e incluyente», indicó la portavoz Jen Psaki. En otra llamada telefónica, el secretario de Defensa estadounidense, Chuck Hagel, exhortó ayer a Al Sisi a bregar con «moderación» con las protestas pacíficas.

Durante su visita, Ashton se entrevistó con una delegación de la Coalición Nacional en apoyo de la Legitimidad –la alianza de partidos islamistas– integrada, entre otros, por el ex primer ministro Hisham Qandil. «Estamos dispuestos a hablar con todo el mundo, pero no vemos ningún acercamiento desde el otro lado», reconoció Amr Darrag, dirigente de la Hermandad y ex ministro.

El bloque considera que las autoridades deben dar los primeros pasos con gestos de buena voluntad como la liberación de los gerifaltes de la Hermandad encarcelados o el fin de la represión policial de las protestas y la burda campaña mediática contra ellos. «Para crear la atmósfera se requiere que quienes tienen la autoridad envíen mensajes de calma», apuntó Mohamed Mahsub, del partido islamista moderado Al Wasat. El destacado dirigente de la Hermandad Mohamed el Beltagui rebajó las expectativas del viaje de Ashton. «Tras su visita, la situación no ha cambiado», argumentó. A su juicio, la representante europea sólo ha recibido un mensaje de «los urdidores del golpe»: «Asesinato, terrorismo, secuestro y fabricación de juicios».

En una rueda de prensa conjunta con Ashton, el vicepresidente de Exteriores y Premio Nobel de la Paz, Mohamed El Baradei –visiblemente incómodo por las preguntas–, fue claro. Cerró la puerta a que Mursi participe en el proceso de reconciliación nacional. «Hay una nueva hoja de ruta. Mursi fracasó, pero los Hermanos Musulmanes son todavía parte del proceso político y nos gustaría que continuaran siéndolo.