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  • Federico Jimenez Losantos

Las cloacas de Hacienda

Hace muchos años que se acuñó la fórmula «las cloacas de Interior» para referirse a las tramas negras, los abusos de poder, la corrupción en los altos cargos, los sobresueldos y trinques en dinero negro, los regalitos con cargo a Fondos Reservados para obsequiar a los leales al ministro y, sobre todo, la permanencia en los aledaños del ministro o de los servicios de información policiales de personajes siniestros e incluso condenados por atroces delitos. El último de los nombres que atestiguan la continuidad de las peores costumbres de la dictadura en las peores costumbres de la democracia es el de Emilio Hellín Moro, asesino convicto y confeso de Yolanda González en los años de la Transición, que no sólo trabaja desde hace años para el ministerio de Rubalcaba y Fernández Díaz sino que ha sido llamado como testigo por la defensa de la mujer del siniestro Bretón en ese juicio circense. Si Hellín es un testigo fiable, apaga y vámonos.

El rasgo esencial de las cloacas de Interior es la permanencia de sórdidos sujetos y costumbres turbias a la sombra del Estado. Y si el delito sobrevive a todos los cambios políticos es por la tendencia natural del Poder al despotismo y a saltarse los límites que impone la Ley. Ejemplos: del Gal al 11M pasando por el Faisán.

Pues bien, gracias a Montoro, Viana, Cristina14 y demás, estamos descubriendo las cloacas de un ministerio, el de Hacienda, que no tienen nada que envidiar a las de Interior. Vemos cómo se vulnera la Ley a la luz del día, cómo se protege a ciudadanos dignos de ser perseguidos y se persigue a los dignos de ser protegidos. El caso Sergi Arola muestra la brutalidad de un ministerio cuyas brigadas parapoliciales, al tiempo que allanan propiedades y hacen de fiscales, jueces y carceleros, protegen de la acción judicial a delincuentes como los de Nóos y Aizoon. En rigor, Montoro y Viana continúan la política de terror inaugurada por Borrell en Hacienda y Magdalena Álvarez en la Agencia Tributaria en el caso de Lola Flores, que pasó meses en el banquillo del telediario mientras el ministro y los jefes de la Agencia en Barcelona cobraban en chalés sus favores al delito. El terror es siempre garantía de corrupción, de cloaca. En Interior y en Hacienda.