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  • Lucia Mendez

La luna, el dedo

No hay ninguna reforma en España tan importante como la de la Educación. Sin embargo, a estas alturas, ya puede decirse con desolación que seguramente no tenemos remedio. El debate sobre la reforma educativa en España es el ejemplo más acabado de aquel lema del Mayo francés: «Cuando el dedo enseña la luna el idiota mira el dedo». Los maestros de Primaria, los profesores de Secundaria, los catedráticos de Universidad, los padres de familia, los bedeles de los colegios. Hay miles de testimonios, libros, documentos y artículos sobre el deterioro de la Educación en todos sus niveles. Las cosas que se cuentan ponen la carne de gallina. Los alumnos llegan a la Universidad poniendo faltas de ortografía, no entienden lo que leen porque no leen, lo cual les lleva a no comprender tampoco los enunciados de los problemas de Matemáticas. La imposición de teorías pedagógicas según las cuales lo importante no es saber quiénes eran los Reyes Católicos, sino aprender a aprender para adquirir habilidades en el marco de un crecimiento integral de la persona humana, ha derivado en la ignorancia. Los alumnos tienen que mirar la palabra «disciplina» en Google para saber lo que significa, los profesores están desmotivados y los padres desorientados porque no saben qué hacer. Naturalmente que hay buenos colegios en España. Para quien pueda pagarlos y para quien tenga la suerte de vivir al lado de los concertados, que suelen ser los mejores.

Las voces de alarma de los profesores sensatos que, dejando a un lado la ideología, piden una reforma integral de la Educación no han sido escuchadas. La fatiga histórica nos persigue. En el debate político sobre la reforma de Wert se ha hablado de todo menos de lo importante. Se ha discutido sobre la asignatura de Religión, pero no sobre el aprendizaje del inglés. ¿Por qué el Sindicato de Estudiantes no se manifiesta exigiendo a Wert que los alumnos españoles acaben el Bachillerato sabiendo inglés? Tampoco he oído que protesten por el tajo que se da en los programas de estudios a las asignaturas de Humanidades, en particular el Latín y la Filosofía. Un drama tremendo en el que nadie repara.

Así es como hemos desembocado en la polémica de las becas, también desenfocada. Pedir a los chicos que estudien más para sacar buenas notas, tengan o no tengan beca, se ha convertido en algo reaccionario o revolucionario, según se mire. Si pueden sacar un 5 para qué se van a esforzar para sacar un 7. El mayor atentado contra la igualdad de oportunidades no es pedir más nota para tener una beca. El mayor atentado contra la igualdad de oportunidades es la degradación de la educación pública. Los españoles con menos recursos sólo tendrán la posibilidad de prosperar con una enseñanza pública de calidad. Eso es lo que hay que exigir al ministro y no está claro que su ley lo garantice.

Miles de niños pobres pudieron llegar a la Universidad en los años 70 y 80 del pasado siglo gracias a la calidad de la enseñanza pública. Estudiábamos de memoria, leíamos a los clásicos, ni se nos ocurría replicar al profesor y aprender a aprender era una redundancia. Pero sin esa educación, yo no hubiera hecho una carrera ni estaría escribiendo esto.