• Alfredo Pérez Rubalcaba
  • Educación
  • Sala de columnas
  • Federico Jimenez Losantos

Sociopobres, sociotontos

RUBALCABA, uno de los verdugos de la enseñanza pública en España, ha inaugurado su pacto con Rajoy atacando la modesta reforma de Wert en lo menos discutible: una media de 6,5 en las becas universitarias. Ahora basta el 5 para que todos sigamos pagando los estudios de unos chicos mal preparados y cuyo esfuerzo es el mínimo para aprobar. El resultado es que los títulos universitarios españoles no valen nada, porque es tal la cantidad de licenciados y tan escaso el valor concedido al mérito y al conocimiento que en ningún país del mundo vale nada un título español. No es que aquí no haya buenos profesores y buenos alumnos (todavía no se fabrican idiotas por decreto) pero el sistema está tan desacreditado que la única forma que tienen los jóvenes españoles de lograr empleo en el extranjero –aquí, el título es garantía de paro– es demostrar individualmente que valen por sí mismos, a pesar de su procedencia. Con excepciones, pero la regla es esa. El doble de universitarios que Alemania y ni una universidad española entre las primeras doscientas del mundo. Así que Rubalcaba, todos los rectores universitarios y hasta las autonomías del PP –será por ovejas– quieren asegurar la continuidad de esta gigantesca estafa social.

Rubalcaba –niño bien, como todos los verdugos de la enseñanza pública– denuncia que al que saque un 5 le quitarán la beca, mientras que si es rico seguirá estudiando. Piensa que los que nacimos pobres somos más tontos y más vagos que los ricos; y que hay que abaratar becas, aprobados y títulos, hasta no valer nada, porque el pobre es tonto sin remedio. El País –del señoritingo Cebrián– rizaba ayer el rizo del sectarismo en un reportaje sobre el mejor alumno madrileño de la selectividad de este año, que sólo ha aprobado un 92% de los presentados: durísima. El gran mérito del chico es vestir la camiseta verde de los fanáticos de la enseñanza pública. Como la ganadora del año pasado –qué casualidad–, es de un instituto izquierdista. La entrevista, claro, idéntica: la excelencia de ambos se usa contra el Bachillerato de Excelencia –media de 8 para entrar– y como prueba de lo buena que es la educación pública. ¿De qué se quejan, entonces? ¿De que alguien quiera mejorar? Dice el listísimo de este año que «no le importaría ser político». Del género Rubalcaba, ya lo es.