«Pueden leerte mientras estás tecleando»

Obama defiende el masivo espionaje de las comunicaciones de millones de personas

Es posible que esta crónica la haya visto alguien antes que usted, lector. Es posible que también haya sido leída antes que los responsables de la sección Mundo de este periódico. De hecho, es posible que a las siete y 19 minutos de ayer, viernes, en la Península Ibérica (la una y 19 minutos en Washington), un funcionario de la Agencia Nacional de Inteligencia de Estados Unidos estuviera leyendo este mismo párrafo al mismo tiempo que estaba siendo escrito.

El funcionario también podría haber leído los correos electrónicos del autor de estas líneas con las redacciones de EL MUNDO, en Madrid (papel, web y Orbyt), de nuevo en tiempo real, y saber a qué horas había hablado con ellas y durante cuánto tiempo.

La posibilidad de que estos intercambios telefónicos y on line interesen a la seguridad nacional de Estados Unidos parece más bien ridícula. Pero ahora ya sabemos que eso es técnica y legalmente factible. Cada día, la segunda mayor telefónica de Estados Unidos por clientes y volumen de negocio, Verizon, da a la Agencia Nacional de Inteligencia (NSA, según sus siglas en inglés), los datos (aunque no los contenidos) de alrededor de 3.000 millones de llamadas telefónicas realizadas a través de su red, según desvelaron el jueves los diarios The Guardian y The Washington Post. The Wall Street Journal’ añadió la mayor telefónica estadounidense, AT&T, y la tercera, Sprint.

Ese mismo periódico también informó de que el Gobierno de EEUU controla las transacciones llevadas a cabo con tarjetas de crédito. Y ayer también llegó la segunda parte. La NSA coopera con siete gigantes de Internet y la electrónica de consumo para examinar los contenidos de las comunicaciones on line, dentro del llamado programa PRISM. Las empresas involucradas son Microsoft –tanto a través de sus diferentes servicios on line como de su sistema de audio e imagen Skype–, Google –incluyendo su portal de vídeos YouTube–, Facebook, Apple, AOL, Yahoo! y el servicio de comunicación on line PalTalk. Dropbox, que ofrece la posibilidad de almacenar documentos y, si así lo desea el usuario, compartirlos en la nube–es decir, en Internet– será añadido a la lista de sistemas pinchados en los próximos meses, según The Washington Post.

El número de empresas involucradas podría ser mucho mayor, e incluir a compañías no estadounidenses. La británica Vodafone, por ejemplo, tiene el 45% del capital de la división móvil de Verizon, y la japonesa Softbank ha lanzado una oferta de compra por Sprint.

The Guardian publica además que Londres recibió datos de PRISM. El servicio secreto británico tuvo acceso, al menos desde junio de 2010, a los datos obtenidos a través de este programa y a informes elaborados por analistas de la NSA.

Las compañías señaladas han emitido comunicados negando que estén tomando parte en ningún sistema para dar información al Gobierno «por la puerta de atrás» (Google); «de forma directa» (Facebook y Yahoo!); o «sin una orden judicial» (Apple). El problema es que todas esas operaciones son legales, sancionadas por tribunales secretos, cuya capacidad de supervisión de los pinchazos, encima, fue recortada drásticamente por el Supremo en una sentencia publicada el 23 de febrero pasado. El Congreso es informado, pero sólo los legisladores de los comités correspondientes, que juran mantener los datos en secreto.

O sea, que por más que protesten algunas organizaciones de defensa de los derechos civiles, todas las operaciones son legales. Los tres poderes del Estado –Ejecutivo, Legislativo y Judicial– no solo las han autorizado, sino que han expandido la capacidad de uno de ellos –el Ejecutivo– para supervisar y pinchar comunicaciones. Así, EEUU está facultado y tiene la capacidad técnica para, «literalmente, leer tus ideas mientras estás tecleando», según una fuente anónima citada por el Post.

El presidente, Barack Obama, defendió el masivo espionaje: «No se puede tener un 100% de seguridad y un 100% de privacidad. Hay que hacer concesiones». Saliendo al paso de la controversia, insistió ayer: «Nadie está escuchando tus llamadas telefónicas». Es totalmente cierto. De lo que se trata es de que la NSA, con la cooperación del FBI, sabe a quién llamas y cuánto dura la llamada. En el caso de Internet, el Estado sí accede a los contenidos.

Así pues, escribiendo desde un iPad, y llamando desde un teléfono iPhone por medio de Verizon y Skype, el autor de estas líneas solo puede enviar un cariñoso saludo a la base de datos en la que sus textos pueden quedar almacenados, literalmente, por los siglos de los siglos.

>Videoanálisis de Pablo Pardo.