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  • Federico Jimenez Losantos

Elpidio y compañía

EN LOS últimos años, la Justicia española ha perdido por completo el respeto de los ciudadanos –véase las encuestas del CIS– y con toda razón. Es lamentable que la vocación de los jóvenes españoles que quieren ser jueces y fiscales para defender que la ley se cumpla y que el Estado de Derecho prevalezca sobre los intereses particulares tenga que sobrevivir a las noticias, pero temo que para conservar la ilusión de ser juez o fiscal, lo primero que debe hacer el esforzado opositor es apagar la televisión. Hace muchos años que la parte más visible de la actividad judicial está diseñada para abrir telediarios y politiquear a las puertas de la cárcel, no para hacer cumplir la Ley. Y lo que es peor, el mecanismo de cooptación de una casta jurídica privilegiada por la privilegiada casta política asegura un futuro aún más lamentable que el ominoso presente.

Mientras Gallardón cubiletea con el Supremo y despide a Don Pasqualone para entronizar a Don Pumpidone, la opinión pública asiste a un espectáculo de brutalidad judicial digno de Nerón: el protagonizado por el juez Elpidio Silva, que ha mandado a la cárcel a Miguel Blesa por segunda vez en 20 días y sin fianza, porque en la innovadora gnoseología elpidiana el riesgo de fuga crece si el imputado tiene una fortuna inmovilizada hace 15 días por el propio juez. Pero al margen de la biografía de Elpidio, luenga lista de faltas, multas y condenas, lo que produce espanto es ver a las asociaciones judiciales extendiendo ayer el manto de la omertá togada sobre un hecho intolerable: Elpidio estaba recusado por Blesa y mientras eso no se resuelva, el caso debe pasar a otro juez.

No entro en el auto elpidioso que amerita, si no acredita, la denuncia de Blesa por animadversión personal, porque no aporta un solo dato, prueba o indicio sólido sobre los terribles delitos que su prosa boreal le adjudica pero en ningún caso demuestra. Lo peor es que Elpidio hace de juez cuando no puede hacerlo, encarcela a un banquero para abrir los telediarios y disfruta de la protección siciliana de sus colegas. Todo eso en un acto judicial que jamás debió celebrarse y en el que nunca debieron comparecer fiscal ni abogado. Si Elpidio quiere ser juez en Cuba, que se pague el viaje. Y si la famiglia togada lo acompañase, mejor que mejor.

>Vea el videoblog de Carlos Cuesta La escopeta nacional. Hoy: Ni Blesa, ni el juez, ni el fiscal.