Una pintora admite haber realizado una factura falsa de 560.000 para Bárcenas

La venta de cuadros con la que el matrimonio Bárcenas intenta esquivar un delito fiscal fue en realidad una pantomima. Así se desprende de la declaración de la testigo que ayer debería haber avalado la operación y que, por el contrario, declaró al juez del casoGürtel que todo fue un montaje. Ni ella era marchante, ni vendió nunca ninguna propiedad de Rosalía Iglesias. La mujer del ex tesorero popular pretende justificar con esa operación un sospechoso ingreso de 560.000 euros.

Isabel Mackinla fue citada como testigo por el magistrado de la Audiencia Nacional Pablo Ruz porque el propio Bárcenas la había señalado como la marchante que había gestionado la venta de dos tablas del siglo XV propiedad de Rosalía Iglesias. Conforme al documento presentado por la esposa de Bárcenas ante la Agencia Tributaria, había obtenido por ellas 558.000 euros. Hacienda no cree las explicaciones de Iglesias y cuantifica en 222.000 euros el delito fiscal que le atribuye.

Mackinla, que declaró por videoconferencia desde la embajada de España en Buenos Aires, explicó al juez que ella se llevó 1.000 dólares –y otros 500 más adelante por una operación idéntica– por firmar como si hubiera intermediado en la compraventa, según explicaron fuentes presentes en la declaración; que, en realidad, ella nunca vendió ningún cuadro de Rosalía Iglesias y que, por tanto, nunca le entregó ninguna cantidad, en contra del documento aportado por ésta a los investigadores de Hacienda.

La testigo relató que la operación se la propuso el abogado argentino Patricio Bel, que ya había aparecido en la investigación por sus relaciones con Bárcenas y con el también ex tesorero popular Ángel Sanchís. Bel y la testigo se conocían porque el hijo de ella y un sobrino de él coincidían en el liceo francés de Buenos Aires. El abogado sabía que ella se dedicaba al arte y un día le propuso aparentar que actuaba como marchante en la venta de unas obras de arte relacionadas con Sanchís, imputado en Gürtel y entonces jefe de Bel.

La testigo, que no era marchante sino pintora y restauradora de iglesias –de hojas de paño de oro en particular–, aceptó la oferta. La firma de la compraventa simulada se hizo en el despacho del abogado y, a petición de éste, ella empleó el apellido de su anterior matrimonio y se fechó en Madrid, donde la testigo nunca había estado. El documento, del que la testigo exhibió ayer una copia, tiene fecha de enero de 2006, aunque ella cree que fue redactado en 2007.

En el segundo semestre de 2009, Bel acudió de nuevo a ella explicando que el primer documento no valía porque la compra no se había llegado a realizar. Le propuso repetir la operación con otro cuadro, uno del pintor napolitano del siglo XVII Guiseppe Recco. Esta vez a cambio de 500 dólares. La testigo aceptó de nuevo y firmó el documento por la misma cuantía que el anterior y con la misma fecha. La firma se produjo en dependencias de la finca La Moraleja, propiedad de Sanchís. Estaban presentes ella, Bel, Sanchís y una cuarta persona que no conocía y que no le presentaron, pero que por las informaciones del caso Gürtel luego identificó como el propio Luis Bárcenas.

Según explicaron fuentes jurídicas, la defensa de Bárcenas exhibió ayer dos documentos que, según su versión, corresponderían a las operaciones mencionadas por la testigo. Isabel Mackinla no reconoció los documentos ni la firma.

La testigo argentina se presentó en la embajada de España acompañada de un abogado. Al final del interrogatorio, el juez tranquilizó sus temores y le comunicó que seguía en condición de testigo, ya que no podía ser imputada como resultado de sus declaraciones.

El juez Ruz ya tomó declaración el pasado 8 de mayo a otra marchante citada por Bárcenas. Se trata de Susana Mantecón, que aseguró que nunca oyó hablar del ex tesorero popular en el mundo del arte. En ese caso el juez investigaba la venta de un bodegón del siglo XVI que Bárcenas habría adquirido por 3.000 euros y vendió por cerca de 300.000.