Té caliente y un partido de fútbol en la mezquita

C. F. / Londres

Corresponsal

Alrededor de un centenar de manifestantes de la Liga de Defensa Inglesa (EDL) confluyó con sus gritos y sus pancartas ante la mezquita de York. Lo último que esperaban era que los musulmanes reunidos en el interior les recibieran con las puertas abiertas, el té inglés bien caliente y las pastas recién horneadas…

«La mezquita de York da la bienvenida a cualquiera que condene la violencia extremista», podía leerse en el cartel que exhibió con orgullo un niño musulmán, que con una plácida sonrisa diluyó el brote de antiislamismo.

Los manifestantes se quedaron sin saber cómo reaccionar. Unos se fueron a casa, otros se apuntaron al convite. Hubo incluso quienes se sumaron a un partido de fútbol en el prado colindante, con musulmanes y cristianos hermanados en el delirante ritual del balón.

«Tenemos que empezar con gestos como éste», declaró al diario York Press Mohamed el Gomati, cabecilla del equipo local y profesor en la Universidad de York. «¿Quién sabe si la gente del EDL nos invitará ahora y si la comunidad musulmana aceptará con gratitud?».

«Gritar en la distancia no sirve de nada», añadió El Gomati. «Lo que tenemos que hacer es sentarnos a hablar y conocernos. Y no hay manera mejor para dialogar que hacerlo sobre una taza de té, y diluir de paso todos los mitos».

«El islam no justifica lo que ha ocurrido en Londres», explicó Ismail Miah, el presidente de la mezquita de York, la ciudad-fortaleza de 200.000 habitantes que se ha convertido con este gesto pacífico en símbolo de la reconciliación, tras los más de 190 incidentes violentos registrados contra mezquitas y centros islámicos en el Reino Unido desde el miércoles pasado.

«Al igual que en las democracias occidentales, la gente debe saber que en el islam existe una mayoría moderada y una minoría extremista que no nos representa», agregó Ismail Miah. «Es injusto lanzar una ofensiva contra una comunidad por lo que han hecho dos hombres».

Al final, superados los prejuicios y saboreado el té de la paz, los musulmanes de York demostraron su total integración en la sociedad británica dando patadas al balón y fundidos con sus contrincantes. «Nos hemos llevado el marcador», declaró Abid Salik, uno de los jugadores. «El caso era jugar y pasarlo bien… Creo sinceramente que hemos dado un gran paso para mejorar nuestras relaciones».