• Infanta Cristina
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  • Federico Jimenez Losantos

La jauría y la rehala

El lunes, mi viejo amigo Alfonso Ussía, tras evocar las checas del Frente Popular y los juicios sumarísimos de los vencedores de la Guerra Civil, escribía en La Razón: «En la actualidad los juzgadores son algunos medios de comunicación, las tertulias inadmisibles de determinadas cadenas de televisión y las redes sociales que se nutren de esas presumibles informaciones. Pueden estar satisfechos. No le conceden ni la presunción de inocencia. La Infanta Cristina ya ha sido condenada». De creer a Ussía, a la Infanta la han asesinado como a Muñoz Seca, su desternillante abuelo, al que nadie pilló robando. Le tranquilizo: vive. Aunque, si Alfonso no miente, con facultades intelectuales muy limitadas: «La Infanta Cristina, como decenas de miles de mujeres en España, forma parte de un consejo de administración o una sociedad administrada por su marido. Si la mujer de Urdangarin fuera otra, la jauría humana no se habría molestado ni en ladrar. Pero aquí coinciden oscuras voluntades. Se trata de herir a la única Institución que garantiza la unidad histórica de España. Por supuesto que las personas pueden equivocarse, pero en este caso las equivocaciones se han convertido en excusas para culminar un acoso inhumano contra una mujer. La Infanta Cristina podría haber volado del nido de Urdangarin cuando se verificó la evidencia de las golferías de su marido y Torres. Pero fue leal a quien es el padre de sus hijos y a quien ella eligió para fundar una familia. Soporta día tras día los jadeos de la rehala a sus espaldas. No se respeta su trabajo ni su vida privada. Y es condenada sistemáticamente».

Como no oye la radio, Alfonso no se entera de que ladrar no es opinar; que, para mordidas, la Zarzuela; para jauría, la rehala cuyo aliento siente en la nuca el juez; y que las españolas, casadas o no, que están en consejos de sociedades que delinquen son tan imputadas como los españoles, mientras firmen las cuentas y no rija la sharia. Está imputada la esposa de Torres. ¿Por qué no la de Urdangarin, dueña al 50% de Aizoon? ¿Para garantizar la unidad de España?

Y el párrafo mejor es éste: «Doña Cristina está empeñada en no abandonar a un golfo. Es su golfo. Y ese empecinamiento la honra». No puede decirse lo mismo de ese razonamiento. Pero quedas perdonado, Alfonso.

>Vea el videoblog de Carlos Cuesta.Hoy: Cuando el favor de la UE se convierte en déficit.