• Cataluña
  • Sala de columnas
  • Santiago Gonzalez

Un día en N.Y.

El consejero de Economía de la Generalitat, Andreu Mas-Colell, ha viajado a Wall Street para arreglar el roto en las finanzas catalanas con un éxito comparable al cosechado en Malmö por El Sueño de Morfeo, que consiguió un honroso penúltimo puesto para España en el certamen de Eurovisión.

Mas-Colell iba solo; quedó pues primero y último, lo que es a todas luces un resultado más brillante. El objetivo era librarse del Fondo de Liquidez Autonómico y la respuesta es un anticipo de lo que sería una Cataluña independiente: mientras el bono español a 10 años está a un 4,2%, el catalán se pondría entre el 7 y el 7,5%. Además, los inversores neoyorquinos, que no son amantes de las fantasías, le mostraron su preocupación por el proceso independentista.

Hay precedentes. El 18 de octubre de 1983, el entonces vicelehendakari del Gobierno vasco, Javier García Egocheaga, se encontraba en Los Ángeles. Había concertado una cita con los directivos de Hewlett Packard para persuadirles de que el País Vasco era un buen lugar para instalar una planta de la firma. Durante la reunión llegó un teletipo con la noticia de que cerca de Bilbao había aparecido el cadáver del capitán Martín Barrios, secuestrado 13 días antes por ETA. En aquel momento los anfitriones musitaron una breve excusa y la reunión quedó disuelta.

El marrón de Mas-Colell no era tan grave; el soberanismo que intenta su Gobierno es incruento y hace ya muchos años que Terra Lliure, la banda terrorista que apoyaba ERC, su socio en el Parlamento catalán, disolvió su crueldad en incompetencia y melancolía, pero para su desgracia sigue teniendo validez aquella expresión de John M. Keynes, primer barón de Tilton: «Nada hay tan tímido como un millón de dólares». Siempre queda la posibilidad de gritar: «Wall Street ens roba!» o de cantar: «Endarrera aquesta gent / tan ufana i tan superba». Pero ni un dólar.

Me imagino que Artur Mas sufre un estado de perplejidad que habría podido resolver con la revelación de Sammy Davis Jr., uno de los cuatro magníficos golfos del Rat Pack: «Gracias a que soy famoso he sido expulsado de lugares en los que por ser negro no me habrían dejado ni entrar». Dicho sea con perdón y sin ánimo de señalar.

Pero vamos a ver, Artur, alma de cántaro. ¿Dónde vas a ir que más valgas? ¿Dónde va a tener alguien como tú la oportunidad de entrar a pedir dinero con el aire de perdonavidas con el que entraste el 20 de septiembre último en el despacho del presidente del Gobierno español, sin ser puesto de patitas en la calle por un par de ordenanzas negros, como el rey de Harlem, al decir de Lorca, «disfrazados con un traje de conserje»? Sólo en Espanya, president. Lo mires como lo mires.