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  • Manuel Jabois

Un drama social

ESE parado de Italia tan indignado con los políticos que quería dispararlos a todos en general, que lo había perdido todo, que no tenía nada, que era un hombre lleno de problemas y que estaba desesperado; ese parado que hizo ayer un gesto criminal y que se quería suicidar pero se quedó sin balas, pobre, y que al no encontrar a políticos disparó a carabinieri protagonizando un acto aislado, según el Gobierno, pero apuntillan rápido las agencias informativas: «Un drama social». Ese parado, digo. Ese hombre indignado sobre el que cuando acabas de leer echas de menos que no haya un número de cuenta al que mandarle algo. Qué comprensión tan agotadora: yo llamaría para decir que paren. Que se indignó con los políticos como pudo indignarse con los negros, diría. Un parado maltratado desde niño por un negro y que vivía en la calle, desesperado y harto de sufrir, quiso matar ayer a todos los negros de Roma, pero como no encontró ninguno disparó a un blanco. Hombre, contextúe el crimen, articulista: ese hombre es la expresión de un drama social y su acción ha de enmarcarse en una muy depurada demolición de las élites sobre las clases bajas. Fue Arcadi Espada ayer a enlazar a una periodista agitando dos cabelleras: «¡Las consecuencias de machacar a los ciudadanos!». Muchas palabras para hablar del parado indignado y sus penosas circunstancias, tan bien descritas por el fiscal que supongo no habrá juicio y se le tirará un poco de las orejas, pues nunca nadie disparó con tantos atenuantes en el gatillo, y pocas para los carabinieri, como es habitual. Este empecinamiento de tratar de explicar por qué se mata y no por qué se muere. Y aún mejor, ir haciendo con los adjetivos un cadenita de exculpaciones que cualquiera pueda echarse al cuello y menearla como un cencerro en los debates públicos. ¿O es que sólo mata gente feliz?