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  • Federico Jimenez Losantos

Un Gobierno desesperante

LO MÁS asombroso del Gobierno de Rajoy es que, pese a la evidencia del fracaso de su gestión, se niega a contemplar siquiera el cumplimiento del programa del PP. Aquel fabuloso impostor llamado Enrique Tierno Galván, al que Pilar Miró dio el último paseo por Madrid en un catafalco de caballos negros traído de Barcelona y que se usaba en las películas de Drácula (el último alquilón fue Portabella en Vampyr), decía que «los programas electorales de los partidos están para no cumplirlos». Era la paradoja sincera de un caradura de la política que tuvo la desgracia de topar con otros más caraduras que él: Felipe y Guerra. Pero lo que no se atrevió siquiera a pensar aquel señor de Madrid que decía ser de Soria es que un partido, tras fracasar aplicando los programas de los partidos de la Oposición, se niegue a intentar, siquiera intentar, el propio.

Rajoy ha subido 13 puntos el IRPF y otro tanto, que pronto será más, el impuesto de Sociedades. Es más de lo que proponía en su programa el Partido Comunista, que, en su línea de continua modernización, está a punto de dejar a Marx y Engels por Bakunin, Maduro y La Mano Negra. En el área financiera, Rajoy ha continuado la política del PSOE, con más éxito porque era imposible mayor fracaso, pero sin una sola innovación: dinero europeo barato para reflotar la mitad quebrada del sistema, las cajas de ahorro, y deuda pública para invertir al 6% el dinero que les sale al 1%. El resultado es que no hay crédito para nadie. Todo es provisionar y no ejercer su función, que es la de prestar dinero por un determinado interés.

Sin crédito, no hay empresas; sin empresas, no hay trabajo; y sin trabajo, sube el paro. Rajoy ha añadido un millón doscientos mil parados a los cinco millones de ZP, que es lo que habría subido si el PSOE siguiera en la Moncloa. ¿O realmente sigue? La reforma laboral, que no supuso desgaste real para el PP, se quedó a medias, y esa mitad la enterrarán los jueces de lo Social. Y los dos agujeros negros del derroche zapaterino, Andalucía y Cataluña, como no ven mermados sus ingresos, aumentan los gastos. La reforma institucional se olvidó para centrarse, dijo Rajoy, en la economía. No ha hecho una cosa y no ha arreglado la otra. ¿Pero para qué se presentó a las elecciones el PP? Esto es desesperante.