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Margallo lee mucha prensa

Se lo oí decir por primera vez a Felipe González. Ocurrió en la década de los 90, en ese durísimo trienio (93-96) de la corrupción que parecía interminable. Me pareció, por decirlo modestamente, llamativo.

Veinte años más tarde, ha vuelto a ocurrir. Esta vez ha sido José Manuel García-Margallo, el ministro de Asuntos Exteriores amiguísimo de Mariano Rajoy, como a él le gusta que se le tenga catalogado. En su recién terminada gira por Oriente Próximo (por fin, 15 meses después de llegar al Ministerio), Margallo ha dicho a los periodistas a los que llevó con él en su avión que se enteró «por la prensa» de la creación del consulado de España en Gaza. Lo dijo en Jerusalén, donde acababa de recular ante los israelíes para cancelar el proyecto.

Después de decirlo, Margallo se quedó aparentemente impertérrito. Ello, a pesar de que los periodistas congregados tenían en mente el Boletín Oficial del Estado del pasado 14 de marzo por cuya orden AEC/496/ se creaba una Oficina Consular Honoraria de España en Gaza.

Ello, a pesar de que la orden en cuestión informó de la creación del consulado «a iniciativa de la Dirección General del Servicio Exterior, de conformidad con la propuesta formulada por el Consulado General de España en Jerusalén, con el informe favorable de la Dirección General de Españoles en el Exterior y de Asuntos Consulares y Migratorios y de la Dirección General para el Magreb, África, Mediterráneo y Oriente Próximo», y fue firmada por el «ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo y Marfil».

Margallo, que firma una orden de la que se entera por la prensa, se informará hoy seguramente por el artículo de Pablo Pardo en EL MUNDO de que el ministerio al que representa se ha parapetado detrás de París y de Moscú para boicotear la histórica propuesta de resolución de EEUU para permitir que la Minurso (los cascos azules que pasean por El Aaiún sin poder intervenir en caso de abusos) incluya en su misión la vigilancia de los Derechos Humanos. Se enterará también por la prensa Margallo de que por no herir los sentimientos de Marruecos (por primera vez en 57 años de existencia, el reino alauí tuvo un enfrentamiento con EEUU) ha rehuido la pregunta, y ha dado órdenes de mantener la ambigüedad calculada. Igual que hace con todo lo referido a sus encuentros con Corinna zu Sayn-Wittgenstein (de los que seguramente también se enteró leyendo este periódico).

Finalmente, se enterará Margallo por la prensa de que a sus colaboradores no les gusta que les llamen listillos o enteradillos cuando intentan explicarle que la Casa del Mediterráneo, ésa cuya nueva sede él acaba de inaugurar hace tres semanas, le cuesta a los españoles más de 700.000 euros al año. Quizá se entere por la prensa Margallo de que la Casa está dirigida por su amiguísima Almudena Muñoz (profesora de Derecho Tributario ahora experta en cuestiones mediterráneas). Y de que está en su feudo político, Valencia.

ana.romero@elmundo.es