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  • Casimiro Garcia Abadillo

El PSOE mira al modelo alemán

El terremoto que ha sacudido la semana pasada al PSOE al darse a conocer que Eduardo Madina está en disposición de aceptar la candidatura a las primarias para elegir el cabeza de lista del partido a las próximas generales es una muestra de la debilidad de Rubalcaba y también del ansia de cambio de muchos socialistas.

En ese estado de nerviosismo de la dirección, hoy la Ejecutiva abordará nada más y nada menos que el proyecto para una España federal, mientras que aún están en carne viva las heridas por la defensa del PSC del derecho a decidir.

Mientras en el escenario se habla de la España federal, entre bambalinas el PSOE y el PSC negocian establecer un nuevo protocolo para regular las relaciones entre ambos partidos. La idea es que el nuevo marco esté listo para ser presentado y, en su caso, aprobarlo en el Consejo Territorial (conocido entre los socialistas como Santillana II), que se celebrará el próximo mes de junio.

La filosofía del acuerdo supone reconocer una total autonomía por parte de ambos partidos, en un esquema parecido al que rige las relaciones entre la CDU y la CSU en Alemania. Ese modelo ya fue estudiado por el ex presidente de la Generalitat José Montilla, pero, finalmente, no se atrevió a ponerlo en práctica.

Las implicaciones del nuevo protocolo podrían ser profundas para unas relaciones que atraviesan por sus peores momentos y que se han venido guiando hasta ahora por el acuerdo suscrito entre Joan Reventós y Felipe González en 1977.

Según fuentes conocedoras de la negociación, el nuevo protocolo establecerá que el PSC pueda marcar sus propias políticas sin interferencias del PSOE. Es decir, podrá defender el derecho a decidir guste o no a la dirección del PSOE.

Una fuente cercana a la negociación apunta: «En estos momentos se está cerrando la posibilidad de discrepancia en el voto. Pero aún no se ha entrado en las cuestiones orgánicas».

Sin embargo, la autonomía política puede tener consecuencias orgánicas muy importantes. Algunas fuentes advierten que la negociación contemplará que el PSC no pueda acudir a los congresos del PSOE, a la vez que renuncia a tener representación en la Ejecutiva del partido (ahora cuenta con dos representantes en dicho órgano de dirección). Por supuesto, el PSOE tampoco podría intervenir en los congresos del PSC.

De haber estado en vigor este aspecto del nuevo protocolo, Carme Chacón no hubiera podido ser candidata a la Secretaría General del PSOE en el último Congreso celebrado en Sevilla, en el que estuvo a punto de derrotar a Pérez Rubalcaba.

Sin embargo, en el nuevo acuerdo que están cocinando mano a mano la número dos del PSOE, Elena Valenciano, y el secretario de Acción Política del PSC, Antonio Balmón, se aceptaría la posibilidad de que los miembros del PSC puedan participar en procesos de primarias del Partido Socialista a la Presidencia del Gobierno. Como ocurre con la CSU y la CDU. Esos aspectos de la negociación, según fuentes conocedoras de la misma, «no se cerrarán hasta el verano». Respecto a la representación en el Congreso, el nuevo protocolo establecerá que el PSOE y el PSC formarán parte del mismo grupo parlamentario, aunque el PSC tendrá libertad de voto, tal y como ocurrió precisamente en la votación sobre el derecho a decidir.

El protocolo firmado por González y Reventós en 1977 establecía «una disciplina común de voz, acción y voto en el Congreso de Diputados», a la vez que acordaba que «ambos grupos parlamentarios utilizarán servicios comunes que sufragarán proporcionalmente y se dotarán de normas de funcionamiento interno análogas».

Aunque las negociaciones corren a cargo de Valenciano y Balmón, Miquel Iceta y Ramón Jáuregui, también están manteniendo encuentros de cara a enmarcar el nuevo protocolo en el modelo federal que se plasmará en la reunión bautizada como Santillana II, que hoy será tratado en la Ejecutiva del partido.

Por supuesto, Rubalcaba y Pere Navarro también están en contacto, y controlan los aspectos sustanciales del acuerdo para la elaboración del nuevo protocolo.

Navarro considera que el nuevo estatus del partido, que establece la absoluta independencia política y posiblemente orgánica respecto del PSOE, hará que el PSC sea visto por la sociedad catalana como un partido autónomo, no dependiente de Ferraz.

El líder del PSC sigue pensando que el derecho a decidir es su gran baza para recuperar el terreno perdido en las últimas elecciones autonómicas. «En realidad, lo que se plantea es una coalición de dos partidos diferentes», dice una fuente conocedora de las negociaciones.

«Para nosotros, el derecho a decidir es una apuesta por reconducir a CiU a posiciones más moderadas. Lo planteamos siempre dentro de la legalidad y de acuerdo con el Gobierno», señala una fuente próxima a Navarro.

Por su parte, Rubalcaba lograría de esa forma marcar nuevas reglas de juego ante unas relaciones cada vez más tensas. Tanto Alfonso Guerra como Txiki Benegas han planteado abiertamente la ruptura total de relaciones con el PSC y la creación de una federación propia del PSOE en Cataluña. Sin embargo, en la negociación que ahora se lleva a cabo esa alternativa está totalmente descartada. Si el pacto sale adelante, tal y como apuntan las fuentes, el PSOE dejaría en la práctica de ser un partido con carácter nacional. Es decir, dejaría de ser uno de los partidos vertebradores de España.

Eso es precisamente lo más grave de todo. Los socialistas no pueden renunciar a esa condición, que es la que les permite ser alternativa de gobierno. Por esa razón, no se puede desligar el modelo de Estado de la relación que se establezca entre el PSOE y el PSC.

La debilidad de Rubalcaba no ofrece el mejor marco para plantearse cambios esenciales en el PSOE, un nuevo modelo de Estado y la gobernabilidad de España.