Hace dos semanas daba aquí cuenta de una fecha tan histórica como fatídica: la del fin de la Edad Contemporánea y el comienzo de la Edad Apocalíptica. La crisis chipriota y el saqueo institucional de los depósitos bancarios de ese país suponen, en lo concerniente a la Unión Europea, algo similar a lo que el 29 de mayo de 1453 supuso para el mundo occidental la caída de Constantinopla. Hace seis días, con el ucase expropiatorio impuesto en Andalucía por los bribones del ERE, se produjo otro paralelismo tan fatídico como histórico: el del 12 de abril de 2013 con el 25 de octubre de 1917, fecha en la que las turbas bolcheviques asaltaron el Palacio de Invierno y se hicieron con el poder que muy pocos días más tarde les permitiría proclamar la República Soviética y abolir la propiedad privada. Sin ésta no hay libertad posible, camarada Lenin, digo, señor Griñán. La una y la otra nacieron al mismo tiempo. Son conceptos inseparables que se acuñaron por primera vez en el mundo clásico. Ande, estudie un poco… Lea, por ejemplo, la antigua Constitución de Creta, citada por Estrabón: «La libertad es el bien más importante que el Estado puede ofrecer y, por ello, las cosas deben pertenecer inequívocamente a quienes las adquirieron. En los regímenes donde predomina la esclavitud todo pertenece a los gobernantes». Esparta, que también fue una república soviética, se resistió a ese principio y llegó al extremo de elogiar el robo como usted, camarada Trotski, digo, señor Griñán, lo hace. Atenas lo adoptó. Roma lo difundió. Estados Unidos lo hizo suyo desde el primer momento: la nueva nación se comprometía a proteger las propiedades de los ciudadanos. Jefferson, 1806, 5º Discurso: «Haré todo lo posible para garantizar la libertad, la propiedad y la seguridad de los gobernados, porque la libertad no existe sin propiedad privada y la propiedad privada deja de existir cuando está controlada por el gobierno». Así de claro, camarada Fidel, digo, señor Griñán. Lea también a Burke, Hayek, Aron, Popper… No lo hará. Son autores muy sesudos. Ya sé, ya sé que en la fundación de la República Soviética y Bolivariana de Andalucía no está usted solo, camarada Chávez (con zeta, no con ese), digo, señor Griñán. Le acompañan Cayo Lara, Toxo, Sánchez Gordillo, Cándido Méndez, Elena Cortés e incluso Rubalcaba. ¡Con esas compañías!