LEÍ AYER, con la atención que ella siempre merece, el artículo de Victoria Prego «Si se tambalea el Rey, se tambalea la Constitución» y no me tambaleé pero me bamboleé un poco. Volví a leerlo, por si estaba clara la insinuación de que las instituciones que deberían o al menos podrían haber evitado el ataque a la Princesa de Asturias, no lo han hecho. Y sí, volvió a parecerme clara la acusación al CNI, auténtica guardia de corps del Rey, que podría estar protegiéndolo de la abdicación dejando que se deteriorase la imagen del Príncipe a través de Letizia. Ya me perdonará Victoria Prego si la he entendido mal. Pero si fuera así, si tan graves asuntos, ciertos o manipulados aviesamente, pudiesen aflorar contra los Príncipes, ¿por qué pensar que no le dañarían más llegado al Trono? ¿Por qué ahora sí y luego no?
Ya hace dos años -y Emilia Landaluce lo desenmascaró en La Otra Crónica- un periodista catalán que estaba fatal de salud y de dinero reconoció que había firmado un librejo de insidias íntimas contra Letizia que alguien, no dijo quién, le había pasado y él ni siquiera había leído. Ahora se repite la operación, con un primo abogado que, según confiesa, busca venganza porque Letizia no le ayudó tras verse implicado en un caso de corrupción en Ciempozuelos. ¿Y dañaría a los Príncipes no haber ayudado a un familiar a esconderse de la Justicia? ¡Por fin un caso!
No, lo que hace tambalearse a la Corona es el derrumbe del régimen constitucional, certificado por el Estatuto de Cataluña, que desmonta por su base la soberanía nacional española. Si la diligencia del Rey mandando imputados a Qatar la hubiera mostrado contra el Estatuto, éste no existiría. Y como el Estatuto, la negociación Zapatero-ETA y legalización de la banda, o la negativa a investigar el 11-M, donde todas las instituciones brillan por su ausencia. Si hay un plan contra la Corona para hundir y trocear mejor España, Miquel Roca sabrá. Pero sería otro 11-M, incruento como el 23-F, de momento. La Corona se tambalea porque el Rey lleva tres décadas entregado al Bamboleo de Julio Iglesias: «porque mi vida yo la he querido vivir así». Y mientras siga el bamboleo, seguirá el tambaleo. Los que no pueden abdicar son el suelo y los escombros. Que es lo que tenemos, yerto, sin vida.
>Vea el videoblog de Carlos Cuesta. Hoy: El 'ejemplo Thatcher' frente a los escraches.