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¿La hora de José Bono?

CONVERSO a ráfagas con muchos dirigentes del PSOE. Es una penitencia que me impone el sacerdocio periodístico. El denominador común de mis interlocutores, de casi todos, está claro: Rubalcaba no debe ser el candidato del partido en las próximas elecciones generales. Hay discrepancias sobre la fecha en que debe marcharse. Y parece claro que el secretario general retrasará lo más posible su adiós. Pero la suerte está echada. Conviene no olvidar que Rubalcaba es un peso pesado de la política nacional. Acumula largas experiencias y ha sabido sortear situaciones límite. No ha podido, sin embargo, con la herencia zapatética. Las elecciones de noviembre de 2011 no las ganó Rajoy; no fue derrotado Rubalcaba. Las perdió José Luis Rodríguez Zapatero que, por cierto, se ha convertido en un estupendo expresidente, discreto, prudente, mesurado, sin meter la pata con declaraciones extemporáneas o con ocurrencias de periódico mural preuniversitario.

Casimiro García-Abadillo, que es un periodista capaz de meter mano a la actualidad sobre el filo de la última navaja cachicuerna, ha resumido en estas páginas la situación real de Alfredo Pérez Rubalcaba. En mi opinión, hasta el propio interesado estará de acuerdo con la exposición del periodista.

Los socialistas deben poner los pies sobre la realidad pues a España le conviene un PSOE robusto que articule la representación constitucional en todas las Autonomías. Lo difícil es responder a esta pregunta: ¿y después de Rubalcaba, quién? El ideal sería que el socialismo democrático encontrara un dirigente joven sin desgaste de Gobierno y con los flancos resguardados de antiguos errores e incesantes corrupciones. Por el momento ese nombre no ha surgido y parece demasiado arriesgado improvisarlo.

Dirigentes socialistas muy destacados, no todos, claro, apuntan en la dirección de José Bono. En su momento habría que elegirle secretario general del partido y presentar después su candidatura a las elecciones generales. Hoy por hoy, el expresidente del Congreso es el político socialista que puede contener la hemorragia de los votos perdidos y recuperar en proporción considerable lo que se llevó el vendaval de las elecciones el año 2011.

El problema es que Bono ha manifestado reiteradamente que no desea el retorno y no resultará fácil convencerle. Sin embargo, él es para muchos socialistas la esperanza de que no se robustezcan otras opciones de izquierda en España. José Bono, me decía un peso pesadísimo del socialismo histórico, «ha sabido sortear la etapa oscura de Zapatero y tiene en sus manos la llave para abrir los portones que devuelvan al partido al lugar del que nunca debió salir». La mordacidad de algunos dirigentes socialistas se ceba incluso en la herencia de González: «¿Cómo salir de este agujero si el jefe de los guardias se ha llevado el dinero y al jefe del dinero se lo llevan los guardias?» La sombra de Roldán y Rubio es más alargada que la de los eres andaluces. José Bono no tiene una tarea fácil por delante. Sería lamentable que se zafara de su responsabilidad histórica y no asumiera la regeneración de un partido clave para la estabilidad de España.

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.