• 11-M
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  • Lucia Mendez

Un país en coma

Parece que fue ayer, aunque es como si lleváramos nueve años sin ver a los 191 hombres, mujeres y niños que desaparecieron en los trenes aquel 11-M. Veintiséis años tenía Laura Vega cuando cogió el tren para llegar a Atocha. Hoy tiene 35 y sigue en coma en el hospital. Nueve años en coma. Los mismos que España. Cada 11-M caemos en la cuenta de que seguimos en coma. Enfermos de división y sectarismo, faltos de piedad con las víctimas que no piensan como nosotros. Las dos Españas que creíamos haber enterrado en la Transición resucitaron el día del mayor atentado de nuestra Historia. La reacción de la clase política aquel 11-M fue un auténtico asco y así sigue siendo nueve años después. Las dos Españas se echaron la culpa del atentado una a la otra. Han pasado muchas cosas en los últimos nueve años. El PP ha regresado al Gobierno, somos más pobres que entonces y ya no creemos en casi nada. Lo que no ha cambiado es que cada 11-M unos partidos acompañan a unas víctimas y otros partidos acompaña a otras víctimas. Como si hubiera dos tipos de género humano.

El recuerdo del 11-M aparece así empañado todos los años por la vergüenza de ser una Nación incapaz de honrar a sus muertos de forma unitaria, honorable y digna. En Estados Unidos, otra nación atacada por el terrorismo, el presidente, el Gobierno y el partido de la oposición se dan cita todos los años para recordar a sus víctimas. Aquí no. Mariano Rajoy, que el 11-M perdió las elecciones que se celebraron dos días después, es ahora el presidente del Gobierno. Ni el pasado año, que ya lo era, ni éste ha considerado conveniente convocar a todos y acudir a un acto de homenaje a las víctimas. A la hora en que la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid -las únicas instituciones que se acuerdan del 11-M todos los años-, por un lado, y el PSOE y los sindicatos por otro celebraban sus actos, el presidente del Gobierno acompañaba a desayunar en un hotel de lujo a su secretaria general. No hace mucho, Mariano Rajoy situaba la cercanía y solidaridad con las víctimas del terrorismo entre sus principales objetivos políticos. Así lo ha hecho con las de ETA. ¿Qué diferencia hay entre las víctimas de ETA y las del 11-M? La mayoría de los ministros consideró más conveniente acudir a un desayuno de desagravio a María Dolores de Cospedal que estar al lado de las víctimas del 11-M. Hay que alabar la actitud de la protagonista del desayuno y de los ministros de Educación y Justicia, que sí acudieron a los actos de homenaje.

Por su parte, el líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, se había metido debajo de la mesa de la Ejecutiva Federal tras el ridículo de la moción de censura de Ponferrada. Tampoco él consideró conveniente acudir al Bosque del Recuerdo ni a la estación de Atocha.

A efectos de sensibilidad ante la inmensa tragedia del 11-M, los máximos responsables políticos de este país continúan en coma. No responden a los estímulos ni les parece necesario unir a todos en un mismo acto puesto que fuimos todos los españoles los atacados ese día. El año que viene se cumplen 10 años, un aniversario redondo. Es la oportunidad para despertar del coma. Laura Vega, desgraciadamente, no podrá hacerlo.