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  • Federico Jimenez Losantos

Corinna, al polígrafo

ME PARECE peligroso que el 19 de marzo vaya el jefe del CNI a explicar en el Parlamento la relación de Corinna con el Presupuesto del Estado. En primer lugar, porque es el día de San José, criatura benéfica y modelo de tolerancia teológica, pero, ojo, además es el día grande de las Fallas, donde imagino que este año quemarán bastantes corinas. Sanz Roldán no parece hombre de organizar mascletás en la Comisión de Secretos Oficiales, pero lo que diga resultará forzosamente indiscreto o inexacto. Imagino que esperará a las preguntas para editar las respuestas, pero la comparecencia del jefe de los espías sólo puede ser una forma rutinaria de molestar un poco al Gobierno. Muy poco.

Bien distinto sería que el general conquense tuviera que afrontar una de esas terroríficas sesiones que en Estados Unidos artillan en cuanto creen que algún responsable técnico o político se ha saltado la ley. En El Ala Oeste de la Casa Blanca ha relatado magistralmente Aaron Sorkin cómo pasan las de Caín -o sea, las de Abel- los futuros embajadores en los hearings o cómo explica la Primera Dama ante algún comité, comisión o Gran Jurado cómo y por qué le puso una inyección intramuscular a su marido ¡siendo doctora! Pero los USA son un país muy raro. Creen en la Ley o, lo que es lo mismo, la temen, y el perjurio se considera un delito gravísimo. Aquí, en ciertos ámbitos, es la mejor forma de legalizar delitos o sobrevivir políticamente.

Así que como Sanz Roldán no dirá ni pío, o, como dicen los castizos, no las piará, yo creo que hay que acudir a esas corralas juzgadoras que son los programas de la llamada telebasura, que pagan por contar un adulterio en diez minutos más de lo que cobra un agente del CNI por jugarse la vida en secreto todo el año. Puesto que Corinna ha salido en la portada de ¡Hola! y está, por tanto, en el mercado, Vasile debe llevarla al polígrafo de Sálvame, en su versión de luxe. No diría nada sobre sus escoltas y privilegios de estos años, ni sobre costumbres de cama y mesa, pero el truco de Jorge Javier Vázquez, aparte de Conchita, es que hace preguntas tan indiscretas que aunque mientan en las respuestas, da igual. A eso se le llama economía de escala. Para la información de escalo.

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