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  • Manuel Jabois

Juego de espías

HAY un escándalo aún mayor a que el PSC contrate a una agencia de detectives para espiar a un partido rival. Incluso más grande que el hecho de que el portavoz de Mas, cuatro días después de que su jefe haya dicho que a él no lo paran ni las leyes, diga que pasan cosas impropias de una sociedad democrática. El escándalo es que, llegados por fin a las puertas de los investigadores privados, los responsables del PSC no hayan pedido que se les espíe a ellos mismos. Es como si un amnésico se presenta en el despacho de Marlowe y le pide que le cuente el pasado del vecino. El PSC no necesita orden, coherencia ni nombres frescos ni ideas nuevas, pues cada semana hay una que contradice a la anterior; el PSC necesita espías que les graben a escondidas, y que a primera hora de la mañana les dejen sobre la mesa los informes sobre qué hicieron a lo largo del día de ayer, con quién hablaron y de qué trataron en esas conversaciones. El PSC es un partido sin memoria y sin rumbo cuyo primer problema no es que ningún catalán sepa de qué va, sino que no lo saben ellos mismos. No digamos ya dónde están, ni dónde estuvieron ni dónde estarán. Por eso tiene un enorme interés en que vayan a una agencia de detectives y, estando tan cerca de solucionar sus propios problemas, pretendan solucionar los de otros. Que en vez de pinchar sus propias mesas y luego escucharse con calma en casa, decidan grabar conversaciones ajenas que ninguna luz les va a dar a ellos, más allá de un material que no se sabe qué hicieron con él y para qué lo utilizaron, porque público no lo hicieron. El portavoz del PSC ha repetido que ellos se enteraron por la prensa y que ha sido una sorpresa. No escarmientan. El socialismo lleva 20 años enterándose de las cosas que le pasan por la prensa, cuando podría estar tranquilamente enterándose por un detective.