Trías, fenómeno

El caso Bárcenas puede acabar siendo el caso de las fotocopias. Nadie ha visto hasta la fecha el cuaderno original. La Policía judicial se presentó en la sede de El País el pasado martes para reclamar los papeles secretos y eran fotocopias. Lo que en realidad mostró hace varios años Bárcenas a ese personaje revelación que ha resultado ser Jorge Trías eran fotocopias, según declaró el miércoles ante el fiscal Romeral.

Puede que Bárcenas escriba habitualmente en fotocopia, e incluso no se descarta la posibilidad de que el propio Bárcenas sea una fotocopia de sí mismo. Todo hace pensar que nadie llegará a ver el cuaderno. Si el ex tesorero, que ha negado la autoría de los apuntes, fuera su autor como parece, habrá tenido la precaución de destruir el original para negar con mayor fundamento su caligrafía.

Pero estábamos con Trías. Él sólo vio fotocopias, pero su declaración ante el fiscal es una carga explosiva de notable potencia. Volvió a contar que él ayudó al juez Antonio Pedreira en la instrucción del caso Gürtel, cuando el aforamiento de algunos procesados obligó a Garzón a pasar la instrucción al TSJ de Madrid. Ya lo había hecho en el artículo Cacería judicial (El País, 18/1/2012).

¿Quién era él para intervenir en una instrucción, sin estar personado en la causa? Nadie, pero se atribuye una intervención decisiva, según declaró en la Fiscalía: gracias a él, el juez Pedreira levantó la imputación a Rosalía Iglesias, la mujer de Bárcenas. Es de suponer que los abogados de Gürtel ya estarán afilando argumentos para pedir la nulidad de las actuaciones en un caso que puede acabar siendo el último paradigma de la justicia en este tiempo crepuscular de España.

Recuerden el caso Naseiro. El juez Manglano ordenó en 1990 escuchas telefónicas al concejal del PP en Valencia Salvador Palop, a cuyo hermano investigaba en un caso de narcotráfico. Las escuchas dieron noticia de un caso de financiación irregular del PP, lo que llevó al juez a procesar a Palop, al diputado por Valencia Ángel Sanchís y al tesorero, Rosendo Naseiro, que había hecho célebre la frase «que la pasta te caliente el muslo», divisa transversal donde las haya para la corrupción española.

El caso llegó al Supremo por la condición de aforado de Sanchís. A pesar de la seguridad que Manglano había mostrado en su instrucción: «si el caso Naseiro se archiva, yo me visto de torero», el Supremo anuló las escuchas por haber sido ordenadas con otro fin y absolvió a los procesados dos años después de iniciadas las actuaciones.

No sería de recibo que el caso Gürtel se quedara en nada por la intervención de voluntarios zascandiles como Trías y las acreditadas instrucciones de Garzón. El miércoles murió en Valencia el juez Móner, el hombre que reescribió el sumario de los GAL y lo salvó de la ruina.