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  • Manuel Jabois

¿Por qué? ¿Por qué?

EL PRESIDENTE del Gobierno ofreció ayer a los partidos un gran pacto anticorrupción. Es una iniciativa interesante si pudiéramos saber por qué, pero Rajoy no ha comentado las razones. Ha dicho Cospedal (qué guapa estaba ayer Cospedal y qué bien le sientan los escándalos a esta mujer) que los españoles exigen «limpieza y transparencia».

Naturalmente, ¿pero de quién? ¿Por qué va a necesitar España un pacto anticorrupción? ¿Por qué estaba la noticia en portada de los diarios catalanes si no hay corrupción en CiU? ¿Por qué lo pedía Elena Valenciano si la Fundación del PSOE reparte cientos de miles de euros de forma «escrupulosamente legal»? ¿A qué viene ese interés repentino de Rajoy si Bárcenas está desvinculado del PP y nadie cobró sobresueldos? Acaso nuestro Gobierno quiere empezar a pactar sobre asuntos que no constan en absoluto, lo cual es un despropósito. No se me ocurre a mí de qué manera podría darse forma a un pacto anticorrupción si antes no se asume la corrupción, no ya por el reconocimiento de la culpabilidad, sino por aspectos técnicos. Usted imagínese que nunca ha defraudado a Hacienda y le propone a su familia, que tampoco tiene ese hobby, un gran pacto antifraude al Estado, porque son ustedes unos pirados o porque quieren dar ejemplo en la escalera. ¿Por dónde empieza? ¿Qué flancos hay que atacar? Coño, pero si con un pacto anticorrupción, más mal que bien, sale uno de casa todas las mañanas. No digo ya si me ponen a jurar encima de la Biblia y delante del Rey el artículo diario. Por eso a mí me parece que después del Gal, Filesa, Naseiro y Gürtel, entre otros sumarios estrella, más que un pacto anticorrupción debería proponerse un museo didáctico en el que se expliquen al detalle las prácticas de nuestra joven democracia y sus primeros espadas, tan rutilantes, por lo que se ve, como los últimos.