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  • Carlos Cuesta

Quién da los sobres

Nadie los ha visto. Nadie los ha recibido. Pero nadie se atreve a negar la existencia de unos sobres que miembros del PP, entre pasillos, no dudan en admitir que se ofrecieron. Pero, sobre todo, y posiblemente lo más grave, nadie hace nada por evitar que vuelva a suceder. ¿Algún representante de los grandes partidos ha pedido que se acabe con la impunidad de los políticos? ¿O reforzar la independencia y labor del Tribunal de Cuentas? ¿O dar transparencia a la ley de financiación de partidos? ¿O solicitar la inmediata disolución de todas las sociedades públicas? ¿O exigir una auditoría urgente de la duplicidad de costes de los organismos autonómicos?

Ni uno. ¿Por qué? Pues porque la falta de límites a su poder es su maná: la materia con la que se llenan los sobres -los que van repletos de billetes o los que comunican el nombramiento al frente de una sociedad-. Por eso no se acaba con los cerca de 5.000 entes, sociedades y fundaciones públicas. Por eso no se fusionan ayuntamientos. Por eso no se corta el desarrollo enloquecido de las autonomías. Porque cada uno de esos cargos, cada uno de esos gastos, cada uno de los coches, comidas, viajes, despachos o secretarias allí justificados no son sino sobres. Sobres repletos de prebendas injustas que disfrutan los políticos mientras a un país con seis millones largos de parados no dejan de pedírsele sacrificios. CiU, PSOE o PP. Los casos de corrupción no dejan de aparecer entre sus filas. Y la respuesta del Gobierno no es otra que blindar el control político de la Justicia y extender su larga mano hasta la fase de la instrucción judicial. Ni un solo juez de los altos tribunales podrá librarse de ser designado por un CGPJ diseñado por los partidos, ni un caso podrá ser instruido por nadie ajeno a la jerarquía del fiscal general, tal y como recoge la reforma planteada por el PP. Y, por si acaso no era suficiente el nivel de politización y opacidad, hasta la prometida Ley de Transparencia ha quedado sin tocar a los partidos. Así es como se llenan los sobres. Y así es como se seguirán llenando: tanto por quienes roban como por quienes permiten que se robe.