ETA continúa hablando en Oslo con los 'verificadores' y con Batasuna

IÑAKI ANDRÉS

El dirigente de ETA David Pla y el resto de interlocutores de la banda que pretenden mantener una negociación con el Gobierno han seguido utilizando Noruega como base de encuentros, al menos hasta el pasado mes de diciembre. Allí, ETA sigue viéndose con Batasuna y los verificadores.

Hasta allí se han desplazado dirigentes de la izquierda abertzale y miembros del grupo de verificación internacional encabezado por Ram Mannikalingam, un mediador de Sri Lanka, con experiencia en labores de resolución de conflictos.

Las reuniones no se han producido a tres bandas sino a dos, según las fuentes consultadas, y en ellas han podido participar dos miembros de la izquierda abertzale, como el senador Urko Aiartza y, en algún caso, Gorka Elejabarrieta, uno de los responsables del intenso y organizado aparato internacional y de propaganda de Batasuna. Ambos han estado en contacto con el mediador internacional Brian Currin, el principal apóstol de Batasuna en el ámbito internacional y origen del grupo de verificadores surgido hace dos años, tras el último alto el fuego anunciado por ETA (de hecho, el grupo de verificadores se formó a instancias del abogado sudafricano porque éstos eran conscientes de que Currin había perdido credibilidad).

Y los dos llevan años, en un segundo plano, allanando el camino a la izquierda abertzale en los diferentes parlamentos y organismos europeos. Aiarza, el actual senador, es un abogado que ya estuvo en las listas de Euskal Herritarrok, ilegalizada, en 1999, y se le considera uno de los cocineros (en la sombra o a la sombra de Pernando Barrena y Joseba Álvarez) del actual «cese definitivo» de los atentados firmado por la organización terrorista.

La estancia de los etarras en las cercanías de Oslo se prolongó hasta hace semanas, pero el último periodo más intensivo de reuniones se circunscribió al mes de septiembre, que fue el periodo en el que los interlocutores estaban intentado impulsar una segunda conferencia de Ayete que sirviera para ratificar los logros de la primera y, así, reclamar al Ejecutivo español que no hubiese cumplimentado parte de las exigencias hechas en la primera. Fue allí donde se gestó la visita de Jonathan Powell, el que fuera jefe de gabinete de Tony Blair, al País Vasco, que tuvo lugar a mediados de noviembre aunque con escasos resultados.

Powell planteó que se sustanciase una comisión de seguimiento de las exigencias al Gobierno español pero Iñigo Urkullu, ganador de las elecciones autonómicas, le replicó que el Parlamento vasco era el foro adecuado para abordar cualquier planteamiento. Según fuentes abertzales, en las reuniones de Oslo se habría tratado de la conveniencia de que la banda hiciese una especie de reconocimiento del «daño político causado», con la formulación que creyese menos gravosa para sus circunstancias. Sostienen las citadas fuentes que ese paso ha de ser el siguiente y es necesario antes del eventual anuncio de disolución.

El Gobierno noruego lleva desde 2005 sirviendo como sede de reuniones y pactos, primero entre los enviados del Gobierno de Rodríguez Zapatero y los de ETA (Jesús Eguiguren y Josu Ternera, respectivamente), y después entre los etarras, los mediadores y los verificadores. La comunidad internacional asume que Noruega es una especie de territorio franco para el resto de los estados en el que los miembros de diferentes delegaciones se convierten en intocables. Es el modo, dicen algunos expertos, de garantizar que es un estado fiable para resolver conflictos de todo tipo, como el que enfrenta a Israel y Palestina o el que mantiene el Estado colombiano con la guerrilla.

Este periódico ya publicó en junio que los etarras Pla e Iratxe Sorzabal (que en los últimos meses habría pasado a un segundo plano) habían permanecido en las cercanías de Oslo durante al menos dos meses tras la toma de posesión de Mariano Rajoy, esperando una respuesta a su propuesta de negociación sin que el Gobierno se pusiese en contacto. También fue detectada la presencia al menos en una ocasión de Josu Ternera. El Ejecutivo no apareció por Oslo, pero tampoco hizo nada entonces para que las autoridades noruegas tomasen cartas en el asunto.

Las fuentes consultadas discrepan sobre si la permanencia de los etarras en territorio nórdico tras los encuentros es continua o intermitente. Es decir, si los terroristas han estado viviendo durante todo este tiempo en Noruega sin moverse o si, tras las reuniones, se desplazaban a Francia. Sea cual sea su rutina, sí sostienen que el territorio galo ha sido testigo en los últimos meses, en este caso de manera involuntaria, de reuniones orgánicas de la banda.