Intelectual de derechas

El poeta del Puerto de Santa María se preguntaba en el exilio dónde estaban los poetas andaluces de entonces; medio siglo después, habría que preguntarse dónde están los intelectuales españoles de ahora, cuando Cataluña amenaza con desengancharse y hay presuntamente implicados hasta 300 políticos. Los intelectuales del 98 irrumpieron en otro momento de depresión nacional. Se les acusó de ser nacionalistas españoles, de idealizar la Castilla inmóvil, de lloriquear por la pérdida de las colonias. No torcieron la Historia, pero lograron una gran prosa denunciando la España oficial farsante y corrompida. Hoy los intelectuales se han transformado en oráculos de sigla; como escribió Montalbán, la Rive gauche ya forma parte del catálogo de ruinas contemporáneas. Aquellos maoístas sin cuello o progres de cuello de cisne descubrieron que no se folleteaba más cuanto más se hacía la revolución; algunos llegaron a la conclusión de que la ideología política es un pensamiento que se ha congelado.

Mientras las ideas del PP se defienden en el Puente de los Franceses de las TDT y la verdadera oposición a Rajoy es su mano derecha, la izquierda se ha movilizado con imágenes tópicas como «ola secesionista» o «nacionalismo exacerbado». Pero los abajofirmantes no tienen criterio sobre Cataluña porque la mitad de la izquierda apoya la autodeterminación y la otra mitad no sabe qué decir.

Hace unas semanas el actor Alberto San Juan armó el taco al proclamar que «no hay intelectuales de derechas». Si miras a la calle tiene razón: no sólo no se ven actores de derechas, tampoco profesores, médicos o bomberos; todo el mundo es rojo, hasta los policías y las putas. El PP carece de ceja y de ojo bisojo; por eso Esperanza Aguirre se contestaba en ABC a la pregunta de dónde están los intelectuales.

Decía que han mantenido una obediencia ciega a los mandarines y los gurúes de la izquierda, los cuales «se comportan como inquisidores de la secta cuasi religiosa del progresismo». Según Aguirre, la obediencia tiene premio porque ninguno podrá decir que apoyar al establishment progresista le ha supuesto la menor pérdida en sus ganancias. «Es -decía- una obediencia bien remunerada».

Habría que encargar al CNI una investigación de por qué la mayoría de intelectuales son de izquierdas cuando la mayoría de los votantes europeos son de derechas, aunque Maquiavelo ya observó que los pensadores no hacen voltear ni una piedra. No sufras, Esperanza, por Dios, que los intelectuales son una especie en extinción; tiene más influencia la opinión de Messi o Iniesta sobre la independencia de Cataluña que el manifiesto de 200 intelectuales y artistas.