EL CONDE de Abranhos es una deliciosa obra del portugués Eça de Queirós recien-temente editada por Acantilado. El tema no puede ser más actual, aunque el libro fue escrito en siglo XIX. Cuenta la historia, relatada por su secretario, de un político portugués, que era un zoquete y un bellaco, pero todo el mundo le trataba como si fuera un líder providencial. En un pasaje de su biografía, el conde se ve favorecido por la caída de un Gobierno que desapareció del mapa como la conocida corbeta Saragoça. Así relata Eça de Queirós el episodio. «La corbeta Saragoça, en un espléndido día de junio, con el mar en calma, se fue al fondo del mar. El casco estaba tan podrido que se disolvió como un azúcar en una jícara de té. Un individuo que estaba viéndola maniobrar bajo un sol resplandeciente, se agachó a atarse los zapatos y al levantarse ya no vio la corbeta. Miró apenado aquí y allá y en un gesto grotesco pero instintivo se palpó los bolsillos. ¡Nada!. Se sumió en las tinieblas. Desapareció de súbito».
Tal debe ser el ánimo de muchos dirigentes y votantes socialistas, al haber asistido a la súbita desaparición del PSOE como alternativa de Gobierno. En dos años, apenas un suspiro en un partido centenario, los socialistas se han sumido en las tinieblas como la corbeta Saragoça. Se han ido al fondo del mar de las encuestas y no hay forma de que salgan a la superficie. Los socialistas se palpan los bolsillos y ¡nada!, no hay forma de que se encuentren.
Y no es porque la dirección del PSOE no sea voluntariosa. Rubalcaba ha puesto en marcha una fábrica de ideas, igual que los socialistas catalanes, los valencianos, los vascos y los riojanos. Ideas no necesa-riamente coincidentes entre sí. Con la palabra propuestas se oculta el debate sobre el liderazgo. El PSOE quiere abrumar a los ciudadanos con un programa denso que sirva para estudiar en las facultades de Ciencias Políticas. La propuesta estrella es la reforma de la Constitución para alumbrar un Estado federal. Lástima que uno de los grandes intelectuales que ha tenido el PSOE, Ignacio Sotelo, ya haya dicho por escrito que esa propuesta no es realista ni posible en España en este momento, porque la esencia del federalismo es la igualdad entre los estados, cosa que ni Cataluña ni País Vasco aceptarían.
Así y todo, hacer propuestas está bien. Una pena que ese torrente de ideas coincida con una época en la que los españoles han dejado de creer hasta en los programas de mano del teatro.