• Sala de columnas
  • Santiago Gonzalez

Dos discursos

El discurso del Rey es elemento litúrgico en las cenas de Nochebuena. Uno se pone a verlo a sabiendas de que va a referirse a los problemas de España con la explicitud necesaria para no amargarnos la cena. El año pasado fue casi transparente al invocar el aforismo «todos son iguales ante la ley», mientras todos pensábamos en su yerno.

El asunto está en las reacciones: al PP y al PSOE les parece bien, IU prefiere la República, aunque sea la Segunda, y el PNV, que cuando manda en ETB no lo da nunca, abre siempre en Navidad su Teleberri con las reacciones a un hecho que se negó a emitir en directo unas horas antes.

La réplica más vistosa este año era el discurso de Artur Mas por la mañana, durante su toma de posesión. Hubo en lenguaje no verbal abucheos a Montoro, sentado en la fila de los niños, veladura de la foto del Rey con lienzo oscuro, como se hace en las iglesias con los santos en Semana Santa; ¿qué es el nacionalismo, después de todo, sino un eterno Viernes Santo?

Luego está el lenguaje verbal. Mas no distingue las metáforas náuticas de las ferroviarias, por eso confunde el rumbo de colisión con el choque de trenes. La confusión de los contextos en metáforas moribundas (© Orwell) lleva a vistosos disparates, como el suyo o el que profería la hermosa y descerebrada María en La hoguera de las vanidades: «¡Ojalá te cuelguen en la silla eléctrica!».

Esa imagen no tiene sentido hablando de barcos. ¿Qué barcos, president? ¿Una golondrina de la plaza de Colón y un acorazado? La colisión no producirá el mismo impacto en ambos. Admite, por otra parte, que el riesgo de colisión se produjo en el momento en que usted, el patrón de la golondrina, puso el rumbo de abordaje: el referéndum de autodeterminación. La mar es ancha (y salada) y en ella no se navega sobre rieles. Un piloto jamás cambiará el rumbo si con el nuevo va a abordar otro navío. Todo capitán ha estudiado cinemática, una ciencia que trata de los movimientos relativos de los cuerpos. Me va a perdonar, president, pero usted, con el debido respeto, no tiene ni puta idea de cinemática ni de navegación, se lo dice un profesional.

Esto ya le había pasado a su antecesor Companys en 1934, con el resultado conocido. Hoy no se ve en el horizonte a nadie con el coraje y las convicciones democráticas del general Batet i Mestre, que acabó en 10 horas con aquella mascarada, pero este Gobierno no puede dejar que se salga con la suya. ¿Qué digo este Gobierno? Ni siquiera uno de José Luis Rodríguez Zapatero podría.

Todo ocurrió el día de la toma de posesión del presidente Mas, que hacía el número 129 entre los presidentes de la Generalitat.

Lástima que no figure entre los 128 más inteligentes. Pero es lo que hay. Quien escribe discursos reales tan ecuánimes como el último, debería saberlo.