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  • Federico Jimenez Losantos

El registrador registrado

RESULTA fastidioso sucumbir a los aniversarios políticos, sin embargo, con el del primer año de Rajoy en el Poder sucede una cosa muy rara: uno tiene la sensación de que no ha hecho nada y, sin embargo, al repasar los asuntos que, mejor o peor, ha debido afrontar, ve que son muchísimos. O sea, que algo -«y aun algos», diría Cervantes- ha tenido que hacer Rajoy. Y siendo así, ¿por qué tenemos la sensación de que no ha hecho nada?

Yo creo que todo viene de los primeros días, cuando le regaló a Zapatero un mes de propina en La Moncloa, tras elogiarlo y condecorarlo. La situación económica era crítica y España necesitaba lo que llaman «un golpe de timón», pero ni golpe ni timón. ¿Por qué tanta galbana? ¿Por qué tan poca galvanización en un Gobierno que debía ser pura dinamita? Lucía Méndez dice en su último libro que, en realidad, a Rajoy no le gusta hacer política sino administrar; pero ese burocratismo debe afrontar la situación menos burocrática imaginable, y delata lo que uno de sus defensores en la sucesión aznarí definió como su gran defecto: «la soberbia del registrador». Desde el 20-N hasta Nochevieja le vimos arrastrando los pies, como en El Verdugo de Berlanga vemos al condenado y al que debe ejecutarlo y no quiere, aunque al final, por un piso, lo hace. Por La Moncloa, Rajoy rompió a gobernar, pero en plan quejica: ZP le había engañado: el déficit era mayor del que decía. ¿Y no lo sospechó? ¿Creía que con llegar el PP al poder se iba a arreglar la economía? ¡Pues sí, lo creía!

ZP engañó a Rajoy, es cierto, pero menos que Rajoy a sus votantes. Subió el IRPF más de lo que pedía Izquierda Unida, dizque para no subir el IVA, pero luego ha subido el IVA y todo lo demás. No ha reducido el gasto público, no ha recortado la Administración, ha puesto en manos del PSOE la despolitización de la Justicia (!) y la lucha antiterrorista (!!), para alegría de Bolinaga. Y llega la rebelión de Mas, cuyos últimos dos presupuestos apoyó el PP y que ahora le obliga a exhibir toda su capacidad como gobernante. Pero sigue arrastrando los pies. Tras demostrar EL MUNDO la cleptocracia de CiU, en el debate de TV3 la candidata del PP ni siquiera musitó la palabra corrupción. Temo que al registrador le ha tocado algo que no cabe en el registro: una revolución.