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  • Salvador Sostres

Artur y 'Quico'

Si Mas entró como un líder indiscutible en esta campaña, espoleado por la manifestación de la Diada y la épica de las semanas siguientes, está ahora peleando como otro candidato cualquiera. Hasta que se convirtió en presidente en 2010, estuvo dirigido e instruido por David Madí, una de las mentes más brillantes que ha dado la política catalana de todos los tiempos, y que cuando vio cumplido su objetivo de haber puesto a su candidato en la Generalitat, abandonó la política para dedicarse a una exitosa vida empresarial.

Madí disimuló las evidentes carencias del hoy president, potenció sus virtudes e incluso pareció que una cierta transformación se había consolidado. Pero desde que se fue, Mas ha vuelto a ser el mediocre oportunista de siempre. Además, está asesorado por una insólita colección de patanes, al frente de la que se encuentra Francesc 'Quico' Homs, portavoz del Gobierno y su mano derecha. Homs, que ha crecido más rodeado de jabalís que de libros y que conoció el lujo haciendo encuestas, era el recadero de Madí, el tonto que obedecía y que obedeciendo se creyó inteligente cuando sólo las órdenes lo eran.

Quico ha dirigido la campaña desde la sombra, y entre su mediocridad y la de su candidato, CiU ha pasado de aspirar a la mayoría absoluta a preguntarse si va a poder igualar los resultados de los comicios anteriores, y ello en unas elecciones convocadas en el mejor momento de popularidad del presidente y con el único fin de lograr la mayoría absoluta.

Pienso que si Mas no la consigue debería dimitir: nunca antes alguien se había presentado a unas elecciones pidiendo la mayoría absoluta, y en nombre de la democracia que Mas tanto reclama pero que tan poco se exige, hay que decir que dimitir es lo ético y lo estético cuando un presidente solicita algo a sus ciudadanos y éstos se lo niegan. Pero los que sin ninguna discusión tendrían que marcharse a su casa para no volver nunca más son sus asesores, con Quico Homs al frente, por la incapacidad que han demostrado, porque con la campaña más gris y deprimente de las que se recuerdan han calcinado a un candidato que antes de empezar lo tenía todo ganado.

Es tal el resentimiento de Homs -rural y asilvestrado, patoso como The Clampetts en los círculos de poder de Barcelona-, es tal su complejo de inferioridad, que en lugar de sentir agradecimiento por el amigo que le promocionó, ha ido despidiendo a los colaboradores de Madí para que no le hicieran sombra.

Con el único que no ha podido es con el jefe de prensa del presidente, Joan Maria Piqué, que está en su cargo por deseo expreso y personalísimo de Mas. Piqué estaba un día en su despacho y Quico le interrumpió para decirle: «Tú lo que estás esperando es que un día se abra esta puerta, y en lugar de aparecer yo, aparezca David. Pues bien, que sepas que esto no va a suceder jamás».

Por muy obedientes que al principio sean, es peligrosísimo tener amigos privados de capacidad intelectual.

Mas está desorientado porque allí donde siempre había tenido a uno más inteligente que él que le dirigía, y le frenaba o le animaba según fuera conveniente, ahora tiene a este Homs, iletrado y menor, por cuyo aspecto diríase que llega permanentemente de hartarse de butifarra con seques.

Sin inteligencia siempre se pierde. Por eso el fracaso no es una posibilidad: es la característica de este proceso.