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  • Fernando Sanchez Drago

¡A la huelga!

Soy yo quien llama a ella. No para agravar la crisis, ni para perjudicar a los trabajadores, ni para terminar de hundir a quienes están en el paro, ni para que la techumbre del templo de los fariseos se desplome sobre sus cabezas. Todo eso lo dejo para la del día 14.

Fariseos, digo. No es un patinazo como aquéllos, tan célebres, de proferir gritos ostentóreos o estar en el candelabro. Sé que la arremetida de Sansón no fue contra los fariseos, sino contra los filisteos, pero patino adrede, pues fariseos, y no filisteos, aunque sí filibusteros, son las gentes contra las que arremeto. Mi huelga, a la que sólo irían los banqueros, los políticos y los empresarios, metería en cintura a quienes achacan a los tres grupos citados la responsabilidad de lo que ocurre, abriría los ojos a quienes gimotean en las calles y desenmascararía a los sindicalistas, parásitos, agitadores y saqueadores (cuatro sinónimos) que, so capa de igualdad y solidaridad, predican la injusticia y la pobreza.

Sólo pido lógica. Respondan con ella, por favor, a tres preguntas…

¿Qué sucedería si los bancos cerraran? Respuesta aristotélica: perderían ustedes sus ahorros, no podrían adquirir una casa por falta de hipotecas y no recibirían créditos para abrir empresas o mantener las que ya tienen. ¡Ojito con demonizar los bancos! Los nazis lo hicieron y acabaron gaseando a los judíos, banqueros o no que fuesen. Generalizar es peligroso.

¿Qué sucedería si todos los políticos, hartos de recibir insultos, por justificados que éstos sean (y en no pocos casos lo son), se marchasen a casa? Respuesta aristotélica: amaneceríamos en una dictadura.

¿Y qué sucedería si los empresarios, esos hijos de puta que según los parásitos, los agitadores y los saqueadores sólo piensan en explotar a sus empleados, liquidaran sus empresas y se fueran al Caribe? Respuesta aristotélica: se quedarían sin trabajo quienes aún lo tienen y seguirían en el paro quienes ya están en él.

La idea de la huelga que propongo no es mía. Es Ayn Rand quien la suscribe en la más importante novela filosófica, junto al Cándido de Voltaire, que jamás se ha escrito: La rebelión de Atlas. Suyo es también el calificativo de saqueadores.

Ministro Wert: le sugiero que declare la lectura de ese libro materia obligatoria en todos los sectores de la enseñanza. Quizá saliéramos así de apuros. No es ironía socrática, sino lógica aristotélica. En sus manos la dejo.