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  • Lucia Mendez

La sombra del Pasok

El Pasok fue un partido hegemónico en Grecia. Gobernó con mayoría absoluta y la última encuesta publicada en los medios griegos dan a los socialistas un 6,6% de intención de voto. Las elecciones gallegas y vascas han demostrado que el suelo del PSOE nadie sabe dónde está. Tantas cosas que parecían imposibles han pasado en esta crisis -¿quién iba a pensar que las cajas de ahorro desaparecerían?- que no es descartable que los socialistas españoles hayan entrado en una decadencia irreversible. Y no es porque no se den cuenta, que tontos no son. Saben perfectamente que el liderazgo de Rubalcaba es un camino que conduce a la derrota.

Desde Joaquín Almunia, ningún dirigente del PSOE ha dimitido después de una debacle electoral. Es increíble que Antonio Basagoiti se esté planteando dejar el cargo por perder tres escaños y que Pachi Vázquez -que perdió siete diputados y 11 puntos- y Patxi López, que ha dejado a los socialistas vascos en los huesos, sigan en sus cargos como si no hubiera pasado nada. Claro que si Rubalcaba no dimitió después de llevar al PSOE a la mayor derrota de su historia en unas generales, ¿por qué se iban a ir ellos? Dice Elena Valenciano que los socialistas han perdido más veces de las que han ganado en Galicia y el País Vasco. Cierto. Pero en las anteriores derrotas el PSOE gobernaba o era considerado una alternativa de gobierno. Ahora ni lo uno ni lo otro. En las gallegas los socialistas perdieron siete puntos en relación con las generales. Seguir echándole la culpa a Zapatero, un año después, parece una broma de mal gusto.

No se puede negar que el PSOE está en una situación muy difícil y que sus posibilidades de acción política son limitadas. No hay varitas mágicas para recuperar el prestigio perdido por las siglas de un partido que en los 80 logró entusiasmar a la sociedad española. La marca está muy dañada y la crisis, además, ha achicado las posibilidades de la izquierda moderada. El 15-M y sus derivaciones han sido mortales para el PSOE. Un nuevo líder tampoco tendría garantías de triunfo. Aunque podría intentarlo, cosa que Rubalcaba no está en condiciones de hacer. Sencillamente porque, para desgracia suya, pero también de un país que necesita alternativa, no hay nadie interesado en escuchar lo que Rubalcaba tenga que decir.

La gente le tiene muy visto. Puede que por eso se haya escondido desde el domingo para no dar la cara ante la derrota. La cobardía es letal para un líder político. Rubalcaba suele exigirle a Rajoy que dé la cara y no se esconda. ¿Con qué autoridad?