FRAUDE PIRAMIDAL

Un ex guardia civil desaparece tras una estafa multimillonaria en la Comunidad

Prometía un 30% de intereses mensuales y usaba su carné de agente para darse credibilidad. Entre los estafados hay policías, mafiosos, ancianos y dicen que hasta futbolistas y políticos. Está fugado desde el 9 de julio

El presunto estafador, Andrés Lobatón Gavilán en Dubai, en medio de una de sus operaciones. / EL MUNDO

«Es un encantador de serpientes, hablaba contigo 15 minutos y te convencía de cualquier cosa». Así hablan de él varias de las víctimas de Andrés Lobatón Gavilán, un ex guardia civil perteneciente al grupo de Policía Judicial de Collado Villalba que fue expulsado del cuerpo en 2005. El pasado 9 de julio, Andrés desapareció dejando tras de sí una estafa que podría elevarse a más de 10 millones de euros y que afecta a decenas de personas. A día de hoy pesa sobre él una orden requisitoria que se convertirá en busca y captura si no se presenta ante el juez en alguno de los siete expedientes que tiene abiertos en varios juzgados de Madrid.

Las actividades presuntamente delictivas del sospechoso se iniciaron un poco antes de 2010. «Comenzó haciendo timos a pequeña escala hasta que me lo presentaron con la excusa de que quería comprar un coche», comenta uno de los demandantes que no quiere ser identificado. En el trato de la compraventa del coche le ofreció un negocio de inversión que le reportaría un 30% de intereses mensuales. Ignorante de esos pequeños timos y confiado en su carnet de la Guardia Civil que exhibía asiduamente, le confió una pequeña cantidad de dinero para probar su palabra.

Todo funcionó bien los primeros meses hasta que, convencido de «haber encontrado el negocio del siglo», el demandante fue consiguiendo nuevos «clientes» para invertir entre ellos muchos de sus familiares. Al tercer mes los pagos ya no se produjeron. Desde entonces, la víctima se enteró de que muchas más personas estaban en su situación además de las que había traído. Entre los estafados hay políticos, policías, guardias civiles y hasta ex futbolistas, según dicen varios de los demandantes. Incluso se apropió del dinero de un hombre que lo guardaba para operar a su mujer en Estados Unidos por un cáncer.

Algunas de las víctimas denunciaron, pero otras no quisieron hacerlo, ya que muchos no podían justificar el origen del dinero que habían invertido. Desde 2010 en adelante, Andrés ha seguido operando con total libertad, a pesar de estar denunciado en varias localidades de la Comunidad de Madrid. Aunque el grueso de los estafados se concentra en la zona noroeste (Collado Villalba, Colmenar Viejo, Cerceda), a través de dos policías municipales de Collado Villalba, J. M. y J. H., consiguió extender su negocio hacia el sureste de Madrid. En su segunda etapa, que concluye con su huida el 9 de julio, aparecen estafados en Velilla de San Antonio y Arganda.

El sospechoso, según su abogado Miguel Aysa, «ha mantenido en todo momento su inocencia». Asegura que su cliente también es víctima de una supuesta estafa perpetrada por Eva María Prieto Sánchez, a la que denunció en una comisaría de Pozuelo de Alarcón acompañado por una de sus propias víctimas. Ni las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado ni un detective privado contratado por los demandantes han conseguido encontrarla. Andrés aseguraba que era la esposa de un director de Bancaja llamado J. M. T, pero resultó falso. Su abogado no se ha puesto en contacto con Andrés desde su huida.

Una fuga a la que recientemente le han acompañado tanto su familia directa, mujer y dos hijos, como sus padres. Desahuciados de la vivienda en la que residían en régimen de alquiler por impago, ahora todos se encuentran en paradero desconocido. «Así evita que molestemos al resto», comenta otro de los demandantes que tampoco quiere ser identificado y al que estafó 65.000 euros.

«La clave es que siempre daba la cara», contestan los demandantes ante la paciencia que mostraron con un individuo que estuvo dos años dándoles largas sobre cuándo iban a cobrar. Temían que si le denunciaban, jamás volverían a ver su dinero. Hoy ya lo dan por perdido y sólo reclaman justicia. Una justicia que ha ido muy lenta respecto a este presunto estafador. Un tío presumido y exhibicionista pero sin vicios, según le definían los que fueron sus amigos hasta que también les estafó. Ya nadie espera ante la puerta de su casa para reclamarle su dinero. Las persianas, a día de hoy, están cerradas. «Se fue», informa su vecino a cualquier curioso que se confunde de puerta.