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El fiscal

Hace cinco años la revista El Jueves publicó una portada que satirizaba la decisión del Gobierno Zapatero de dar 2.500 euros a cada familia que tuviera un hijo: sobre el lecho conyugal los Príncipes de Asturias iniciaban por el dorso los trámites para el cobro. Dos días después de publicarse, a instancias del fiscal general Conde-Pumpido, el juez orde-naba el secuestro de la revista. Y el fiscal se explicaba: «Hay que poner un límite para evi-tar que se pueda perjudicar la dignidad y el honor de la persona afectada», al tiempo que calificaba la caricatura de «grosería innece-saria.» Los dibujantes fueron condenados.

El pasado 9 de octubre, en un canal de la televisión pública catalana, un dibujo del Rey fue puesto en una diana y sometido a especulaciones por parte de una entrevistadora y su entrevistado. Sin que constara la sátira ambos hablaban de la necesidad de que el Rey abandonara su cargo para evitar que le pegaran cuatro tiros con una pistola como la que empuñaba el entrevistado. El mismo joven que reflexionaba: «La violencia es siempre la última opción, pero es una opción», antes de que se oyera un disparo y el dibujo del Rey quedara manchado de rojo. Después de seis días no se sabe que el fiscal general, Eduardo Torres-Dulce, haya movido la mano.

Es interesante especular sobre las hipótesis de su inactividad, en oposición a la conducta de Conde-Pumpido. Una es el principio de insignificancia, tan del gusto progre cuando es uno de ellos el sometido a la investigación judicial. Estaría dispuesto a admitirlo, si nofuera porque eso supondría admitir que el sexo iba a resultarle a los fiscales más violento que la propia violencia. ¡Una manera más deshonrosa de estar de cuerpo presente! Otra hipótesis es que la secuencia pudiera ser entendida como una crítica política inscrita en el ejercicio de la libertad de expresión. Pero hay un molesto olor a pólvora. ¡Del Rey! La última es la más inquietante: que el fiscal se adhiera al convencimiento de que en Cataluña el cumplimiento de la ley es una opción de la política. Y que haya optado por el apacigua-miento. Dada esta última posibilidad no tengo más remedio que apuntalar la columna a trompeta, con las rítmicas palabras que Churchill obsequió a Chamberlain cuando este le anunció que traía la paz para una generación: «Para evitar la guerra habéis optado por el deshonor. Ahora ya tenéis el deshonor y pronto tendréis la guerra.»

>Vea el videoblog de Carlos Cuesta La escopeta nacional. Hoy: El plan secesionista.