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  • Luis M. Anson

Aznar y González, Rajoy y Rubalcaba

LAS MENTES más serenas y mejor amuebladas de la vida intelectual y política española coinciden, con escasas excepciones, en considerar imprescindible la reforma constitucional. Las nuevas generaciones se sienten ajenas al sistema político en un porcentaje alarmante. El régimen está agotado. Es necesario renovarlo, al margen de los catastrofismos de algunos y de los propósitos de escombrera de otros. Hay que embridar las Autonomías, no destruirlas. Hay que regenerar los partidos políticos, no destruirlos. Hay que reformar los sindicatos, no destruirlos.

Partido Popular y Partido Socialista representan por encima del 80% del voto popular. La reforma constitucional exige el acuerdo entre las dos grandes agrupaciones, así como el esfuerzo por sumar a IU, a CiU, al PNV y a UPyD. También a los sindicatos. Y, sobre todo, a los líderes de opinión de las nuevas generaciones, en la política, en la economía, en el periodismo, en la religión, en la Universidad, en el deporte, en la república de las letras, en el mundo de las artes, la música, el cine o la ciencia.

Con el mismo espíritu de concordia y conciliación que presidió la época dorada de la Transición hay que esforzarse en integrar a las nuevas generaciones, incluso a los sectores más indignados de la juventud desencantada. Si la reforma constitucional significa una operación de fondo que regenere la vida política española, el sistema prolongará su vida tres o cuatro décadas más. En otro caso, los movimientos revolucionarios que se agitan en España, algunos furtivamente, otros a las bravas, desmontarán el sistema. O la reforma constitucional la hacemos nosotros desde dentro o nos lo harán desde fuera con consecuencias difíciles de prever.

Como España es una nación de hombres iguales y libres, el consenso de fondo entre el Partido Popular y el Partido Socialista cegará las maniobras secesionistas de algunos sectores de la clase política cuyo objetivo sustancial se reduce a mandar más y a difuminar fracasos y torpezas. Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba representan hoy democráticamente al 80% del pueblo español. El acuerdo entre ambos para la reforma constitucional es imprescindible pero el ejercicio del Gobierno y el de la posición les impedirían una acción eficaz para avanzar por la selva de la reforma constitucional. Deben encargar a José María Aznar y a Felipe González que piloten la operación, para la que es necesario contar, aparte de la participación de los diversos sectores políticos y sociales, con los mejores constitucionalistas españoles. Se trata de una vasta operación de Estado y los dos expresidentes han demostrado sentido y capacidad para adentrarse en las espesura y desbrozar los caminos hoy cegados antes de que el temporal que se avecina se lleve por delante aquel esfuerzo admirable e ilusionante que significó la Transición y que ha proporcionado a España más de treinta años de libertad y prosperidad. Pero que está ya agotado.

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.