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  • Raul Rivero

Pesadillas en los palacios

LOS VOTOS que van a las urnas este domingo en Venezuela pueden cambiar la realidad de ese país porque decidirán si se alarga la dictadura de Hugo Chávez o se reanima la democracia. Y por la magia de los dogmas ideológicos y el vicio latinoamericano de los caudillos esas boletas tienen el poder de la larga distancia y la posibilidad de alterar también la vida política en sitios como Managua, Quito, La Paz y La Habana.

El proceso electoral que se ha desarrollado en Venezuela en los últimos meses ha generado un interés y una temperatura especial en toda la región. Y hay, por supuesto, fiebres altas y tensiones mayores en las naciones donde los gobernantes tienen a Chávez de líder máximo de una doctrina populista y generoso proveedor de dólares y petróleo.

El hombre entrega a sus amigos el dinero y los recursos naturales de los venezolanos como si salieran de la alcancía de su abuela y de un pozo del patio de su finca en Barinas.

Los aliados, que dirigen bajo la gritería del socialismo del siglo XXI con las estructuras del capitalismo amenazadas pero intactas, están mejor preparados para soportar una derrota de Chávez. Se quedarían sin los obsequios interesados del amo y perderían la voz de quien ha asumido la batalla contra los norteamericanos con el ardor y el vocabulario de una bronca en un bar del puerto de Maracaibo.

La izquierda que duerme en los palacios es resuelta y previsora. Los presidentes de Nicaragua, Bolivia y Ecuador tienen vías para cubrir la ausencia de las regalías del jefe. Y si falta el camarada Chávez ya han señalado a Rafael Correa como nuevo paladín de la corriente avasalladora que no va hacia ninguna parte y consigue mantenerlos en el poder.

El problema grave está en Cuba. El régimen de la isla no es un simple compañero de viaje de Hugo Chávez. Es su fuente de inspiración, su sueño de juventud y para sostenerlo obliga a los venezolanos a subsidiarlo con más de 4.000 millones de dólares al año. La agonizante economía cubana es un parásito que se traga todos los días 100.000 barriles de petróleo venezolano.

Los comicios venezolanos tienen resonancia continental y decidirán mucho más que la inclinación por un partido.