• Sala de columnas
  • Manuel Jabois

Mayor sin censura

SABÍAMOS que una manifestación puede adaptarse a muchos discursos ideológicos, al igual que una carga policial e incluso una sencilla masturbación, pues la sensibilidad de las dos Españas es tal que llegan antes al orgasmo que una concejala. Sobrevivía hasta ahora, ajeno a sospechas, el ojo humano, pero también esto empieza a ponerse en duda. Mayor Oreja, por ejemplo, cree que la televisión pública debe buscarse otras ocupaciones en lugar de retransmitir en directo una manifestación ante el Congreso. No se queja Mayor de que las cámaras enfoquen de manera tendenciosa colocando sus objetivos de esa manera en que muchos periodistas colocamos las preposiciones, pues no hay tal y además los más listos sabemos que la sintaxis es un valor moral, sino de que esas manifestaciones se expongan a la audiencia. Mayor cree que llaman a la protesta; llaman a la protesta y llaman a darse de alta en antidisturbios, matizaría yo, porque no son pocos espectadores los que se excitan con los porrazos. La cuestión tiene que ver histéricamente con la responsabilidad del periodismo y su derecho a guardar información por el bien de la seguridad nacional, algo muy espinoso que mi naturaleza salvaje, poco patriota y de escrúpulos blanditos, repudia con cortesía. Ahora bien, tengo para mí que la ocultación de imágenes neutrales al segmento de audiencia de los canales generalistas haría un flaco favor al orden establecido, pues grabaciones de sobra circulan por internet entre inflamados, y en ésas la sintaxis sí se aviene más fácilmente a la trampa. Y de la misma manera que Mayor está en su derecho de decir lo que quiera, los periodistas estamos en nuestro derecho de publicar lo que dice, aunque sus declaraciones alienten la manipulación más tranquila, que es la censura. Y aún por encima explicando por qué.