Larga marcha de Capriles

Henrique Capriles culmina una larga marcha en Venezuela que encarna lo opuesto a la que emprendiera en 1934 Mao Zedong en China. El candidato de la Unidad, que se enfrentará el próximo domingo a la aplastante maquinaria electoral del oficialismo, pretende desandar el sinuoso camino que implantó Hugo Chávez. Al contrario que el Gran Timonel, cuya hazaña derivó en la instauración de un régimen totalitario, la de Capriles representa la recuperación de unos valores democráticos extraviados en el marasmo bolivariano. Un desastroso experimento político que mezcla el modelo castrista con el populismo más atávico.

Tras casi 100 intensos días en campaña, la larga marcha del rival de Chávez casi ha concluido en la Avenida Bolívar, con cientos de miles de seguidores que han salido a las calles a pesar del mensaje intimidante de los chavistas. Un Capriles apaciguador le ha pedido a los ciudadanos que se pregunten cómo están hoy, 14 años después de promesas rotas. Hace meses pocos apostaban por la capacidad aglutinante del joven Capriles, cuya andadura política no era garantía para enfrentarse a un omnipresente Chávez que, a pesar de las limitaciones de su enfermedad, inunda los medios de comunicación y recurre a sus milicias para vigilar a los ciudadanos. No obstante, Capriles se ha crecido en una campaña que este domingo el periodista Teodoro Petkoff ha calificado de ejemplar por «haber creado un vínculo afectivo con una gran parte del país».

En condiciones de gran desventaja y bajo acoso, el más grande de los logros de Capriles ha sido calar en los votantes con un discurso de reconciliación nacional como contrapartida al voto del miedo que Chávez quiere infundir antes de la cita en las urnas.

La gran paradoja es que, en medio de una atmósfera de violencia que se ha cobrado tres muertos entre los partidarios de Capriles asesinados por simpatizantes chavistas, la oposición invoca un mantra festivo a pesar del aliento a lo Darth Vader de un Gobierno amenazante. Mientras Capriles dice que su proyecto no incluye el revanchismo y su agenda sigue los programas que triunfaron en Brasil, Chávez habla de guerra civil si el día 7 no se cumplen sus deseos.

Uno quisiera creer que la esperanza de cambio de la oposición puede neutralizar el influjo maléfico de un gobernante golpista que no respeta el fair play. Se trata de un heroico pero necesario acto de fe. Lo que no quieren los demócratas venezolanos es perpetuar las asonadas para llegar al poder. La única vía posible, dicen, es el de las urnas. De ahí su marcha para enterrar los errores del pasado. El domingo la Alianza Rebelde de Capriles se las verá con el Imperio Galáctico de Chávez. Si por George Lucas fuera, no hay duda de quién vencería.