ENTRE LAS manifestaciones de la violencia, simbólica pero real, que los nacionalistas han utilizado contra el Estado figura la tácita prohibición de desnaturalizar, así hablan, las elecciones autonómicas, importando en ellas asuntos y personas que estén fuera de la jurisdicción moral que los nacionalistas han trazado. Así es como la prensa del régimen ha ironizado con el llamado desembarco cada vez que un líder de algún partido español ha cometido la osadía de apoyar a su presunto partido en Cataluña. Eso cuando había desembarco. Porque en los últimos tiempos los líderes nacionales han visto como llanamente se les prohibía el desembarco: sus compañeros provinciales no han tenido mayor problema en calificar de contaminante su presencia. De miles de esas microfracturas morales está hecha la actualidad del Estado español, y en este sentido la estrategia del presidente Mas solo es una novedad de grado.
No sé cuál será la decisión que tomarán los partidos españoles en las elecciones catalanas. El único tema de estas elecciones es España, y quizá les interese. Aunque nunca se sabe. Es posible que alguna de sus cabezas de huevo considere que España es demasiado frágil para someterla a la cacharrería de unas elecciones autonómicas. Y puede que su habitual banalidad estratégica dictamine que los líderes españoles no deben desgastarse en una contienda donde van a salir derrotados (un asunto que está por ver pero que ellos ya ven, visionarios). Sería lamentable. La hipótesis de que la defensa del Estado de Derecho en Cataluña quede en las manos temblorosas de Alicia Sánchez-Camacho (y no puedo incluir en la hipótesis al candidato socialista, porque ni se sabe) puede que sea una metáfora perfecta de la situación. Pero quizá demasiado cara. En cuanto a los periódicos, tres cuartos de lo mismo: no hay modo de contrarrestar desde dentro la sectaria potencia de foco de los medios locales.
Dicen, y digo, que la independencia de Cataluña es un asunto español. Y que cualquier consulta a los ciudadanos sobre la organización del Estado debe hacerse a todos los ciudadanos del Estado. Bueno será que empiecen a demostrarlo con los hechos cuanto antes.