• Sala de columnas
  • Antonio Gala

Aclaración

PERSONALMENTE no tengo -como se ha dicho- ninguna queja contra Cataluña. Al contrario: en Sant Jordi he firmado como un loco y acaso más que nadie, aunque las mentes fijas -contra esas sí me quejo- lo hayan ocultado. (También un escritor catalán, sin clientes, me dejó caer una cocacola encima: hay testigos.) Quiero a Cataluña; no sólo a los andaluces emigrados a ella: lo cual ya es un motivo de amor y no de odio. Y he dicho que el Estado de las autonomías es de difícil retención. Me opuse al café para todos, como lo he demostrado; ahora hablo de mí: creo que debo. «Troylo, perro andaluz» fue un beso a mi tierra. La noticia de su muerte me la dieron, en los saludos del estreno de Petra Regalada, en Barcelona: lloré ante los catalanes, y eso es otra prueba de amor. Uno de mis premios iniciales me lo dio su Ayuntamiento -José María Porcioles- por mi primera comedia, Los verdes campos del Edén. Y allí recibí el Planeta por mi primera novela, El manuscrito carmesí. El estado federal era más complicado de reconocer por todos y de organizar por algunos. Y ahora, cuando Europa renace, descoser es difícil; y el momento es nefasto. Salvo para pensar y proponer. Eso es lo que, moribundo, creo.