• Cataluña
  • Independentismo
  • Sala de columnas
  • Santiago Gonzalez

El divorcio de Gunilla

Informa aquí al lado Salvador Sostres del interesante almuerzo que Artur Mas mantuvo con la flor y nata de los empresarios catalanes el martes pasado, con el corolario indeseado para los comensales, de que a la salida, les esperaba el fotógrafo de La Vanguardia, alertado a tal efecto por los servicios de Prensa y Propaganda de la Generalitat.

Ellos son gentes de natural discreto. No es que estén en contra de la independencia, si por ahí se inclina el Govern, pero tampoco es que estén porque las cosas se queden como están, tal como revela la inteligente inversión de la pregunta que Arcadi Espada ha hecho en su encuesta a los bienaventurados.

Ah, el fetichismo onomástico, tan caro al nacionalismo, esa desesperada búsqueda de legitimidad en experiencias con nombres que resultan gratos a sus oídos o favorables a sus propósitos. Han manejado Baviera como posibilidad.

¿Y qué tiene de particular Baviera? Pues que su nombre oficial es Estado Libre de Baviera, pero que es un land exactamente igual que cualquier otro en competencias y relaciones con el Estado federal.

La única similitud con Cataluña es que ambas son comunidades muy pobladas: Aquélla, la primera de entre los 16 länder alemanes, con 12,6 millones de habitantes; y ésta, la segunda entre las 17 CCAA españolas (con perdón) con 7,5 millones.

En septiembre de 2002, Ibarretxe anunció el plan que llevó su nombre, al que llamó Estatus de Libre Asociación. Radio Euskadi, el acompañamiento en las ondas, entrevistó en octubre a un prestigioso catedrático de la Universidad de San Juan de Puerto Rico para que explicara las similitudes entre el Estado Libre Asociado y el Estatus de Libre Asociación que reclamaba Ibarretxe.

El profesor dijo que, así, a ojo, él no lo veía; que la propuesta de Ibarretxe sería la primera iniciativa en la Historia en la que la ruptura de un Estado unitario diera lugar a dos Estados que pasaran a ser socios.

Poco después y ante la evidencia, el lehendakari rectificó y negó que él hubiera pensado nunca en Puerto Rico como modelo. No es lo mismo autodeterminarse que determinar comprarse un auto, a ver si me entienden.

Tengo para mí que una solución razonable sería que Catalunya adoptara el estatus de Andorra y que pasara a estar gobernada por dos copríncipes, a saber: el abad de Montserrat y monseñor Rouco Varela, váyase lo uno por lo otro.

En realidad, lo que convergentes y unidos reclaman como un solo hombre (y una sola mujer) es un Estado inspirado en el divorcio de Gunilla von Bismarck, caso insólito en los anales del Derecho de Familia. Ella y su difuntoLuis Ortiz se divorciaron hace años para seguir saliendo juntos en las portadas del Hola, exactamente igual que antes de la disolución del vínculo.

Ah, un dato, el bisabuelo de Gunilla, el canciller de hierro, fue quien laminó el primer modelo de Mas, Baviera, y lo redujo a un land como los demás.