• Esperanza Aguirre
  • Sala de columnas
  • Federico Jimenez Losantos

Sucesión y continuidad

«TARDARÁ MUCHO tiempo en nacer, si es que nace, / un andaluz tan claro, tan rico de aventura», dijo García Lorca en su Llantopor Ignacio Sánchez Mejías. No creo que se repita, ni siquiera por aproximación, un fenómeno político como el de la luminosa década de Esperanza Aguirre. Pero el mejor homenaje a la presidenta de la Comunidad de Madrid que ella aupó al primer lugar de España en PIB y renta per cápita, por encima de Cataluña, es mantener su política, asegurar la continuidad de lo que, contra viento y marea -el ventarrón sociata y los mareos de su partido-, ha salvado a Madrid de la ruinosa deriva catalana, andaluza o valenciana.

Sin la gestión de Esperanza Aguirre, la situación económica de España sería muchísimo peor. ¿Se imagina alguien que Madrid llevase a cuestas la misma ruina que Cataluña o Andalucía? ¿Quién aportaría algo al común que no fueran peticiones y letras devueltas? Baste decir que es la única comunidad que crea empleo; y que si el 80% de la inversión extranjera en España viene a Madrid y si Eurovegas se instala en Alcorcón será porque el liderazgo de Esperanza Aguirre suponía una seguridad política para el inversor que compensaba la inseguridad jurídica del zapaterismo del PSOE… y buena parte del PP. No será fácil mantener esa continuidad, casi siempre contraria al discurso y a las costumbres de la descastada casta política española. Por eso es tan importante para los seis millones y medio de madrileños y para el conjunto de España que el pulmón económico de Madrid siga allegando oxígeno a la Nación exánime.

Naturalmente, era de prever que la pandilla de incompetentes agavillada por Rajoy no tardara un segundo en estropear la salida a hombros de Aguirre, que implica aceptar la sucesión natural de Ignacio González. Aunque Génova trató luego de matizar, al atravesado Alfonso Alonso se le han visto las ganas -ojalá no las de Soraya- de embarrar en lo posible el campo de juego sucesorio, como si al PP de Madrid no le lloviera bastante azufre. Para gobernar, que es decidir, no valen; ahí andan, manseando ante el rescate. Para el resentimiento señoritil, sí. Y como a ella ya no pueden alcanzarla, le disparan a él, a Ignacio González. Cada vez está más claro por qué se ha ido Esperanza Aguirre.

>Vea el videoblog de Carlos Cuesta La escopeta nacional. Hoy: ¿Es Artur Más la lechera?