• PP
  • Comunidad de Madrid
  • Esperanza Aguirre
  • Sala de columnas
  • John Muller

Un legado coherente y liberal

José María Aznar conversa con Aguirre en un mitin electoral durante la campaña de 2011. / ALBERTO DI LOLLI

«En las crisis, el corazón se rompe o se curte», decía Balzac. Hay dirigentes que ante una gran amenaza bautizan a su miedo como pragmatismo, y hay otros que se reafirman en sus ideas. Cuando en septiembre de 2008, los defensores del liberalismo vacilaron ante la caída de Lehman Brothers y pidieron la suspensión de la economía de mercado, a la única persona a la que se oyó una respuesta liberal fue a Esperanza Aguirre: «Si los bancos tienen que quebrar, que quiebren». Así, sin anestesia.

Declaraciones de este tipo le han valido a Aguirre haberse convertido en la referencia del liberalismo en España. No hay que equivocarse, ni ha sido una liberal pura -de hecho, fue pillada en flagrante intervencionismo cuando intentó situar a Ignacio González en Caja Madrid-, ni nadie que se dedique a la política en el mundo real puede afirmar que la coherencia ideológica sea algo más que un valor asintótico, al que te puedes acercar pero que nunca se alcanza plenamente.

En ese entendido, Aguirre ha estado entre los políticos con un discurso más fiel a sus ideas. Y ha tenido la suerte de ver cómo éstas triunfaban y traían prosperidad a la Comunidad de Madrid. Quizás el hito más importante de su presidencia ocurrió cuando, en marzo de 2010, la prestigiosa Fundación de Cajas de Ahorro (Funcas) declaró que, según sus cálculos, el PIB madrileño había superado por primera vez al catalán en el curso de 2009.

En el legado económico de Aguirre hay que apuntar, primero, su temprana apuesta por los ajustes y las rebajas fiscales, que ha permitido un ahorro de 18.500 millones a los contribuyentes madrileños y ha salvado 200.000 empleos. El IRPF de los madrileños, junto con el de los riojanos, es el más bajo de la España no foral (un 51,9%), por contraposición con el de Cataluña, que es el más alto (un 56%). Esto significa que, en 2012, 3,3 millones de madrileños pagarán 3.600 millones menos. Aguirre también bonificó al 99% el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, y el Impuesto sobre el Patrimonio.

El actual secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, que fue su consejero de Hacienda entre 2008 y 2011, piensa que la combinación de rebajas fiscales con la fuerte inversión en la ampliación del Metro y el mantenimiento de los servicios públicos constituyen un mérito indiscutible de Aguirre.

En segundo lugar, destaca su apuesta por la liberalización de la economía. Madrid fue la primera comunidad autónoma que traspuso la Directiva de Servicios de la UE en clave desburocratizadora, en lugar del intervencionismo extremo de otras regiones. A esto se sumó una Ley de Comercio que cree en la libertad de horarios, así como en la eliminación de trabas administrativas.

En tercer lugar, está su compromiso con el turismo. Históricamente, Madrid generaba más visitantes de los que recibía. Aguirre remató una faena iniciada por Ruiz-Gallardón, y su gestión quedará ligada a la suerte que corra el último proyecto que ha patrocinado: el complejo Eurovegas.

Por último hay que incluir en su herencia la estratégica introducción de la educación bilingüe en el sistema público. Una revolución que dará frutos en el futuro, ya que la educación es realmente el único mecanismo que añade competitividad neta a una población determinada.

La estabilidad política de Madrid le ha permitido captar entre 2003 y 2012 el 62% de la inversión extranjera en España y ser la comunidad donde más empresas se crean. Esto le ha hecho resistir la crisis mejor que otras regiones: acumula 30 meses de crecimiento continuado, y el paro está seis puntos por debajo de la media nacional. La deuda pública es del 9,1% del PIB regional, cinco puntos menos que la media del Estado.

No todo han sido aciertos. En el debe de Aguirre hay que señalar los errores en el modelo sanitario, donde se confundió el fin -mejor Sanidad- con los medios -construcción de un número excesivo de infraestructuras hospitalarias que ahora están infrautilizadas-. También se le critica la incapacidad de crear un Camelot alrededor de su Presidencia, un entorno de colaboradores de alto vuelo e indiscutible excelencia que generaran políticas complementarias a su discurso liberal, que a veces parecía aislado.

Hay quienes señalan que la situación fiscal de la Comunidad no resiste más, y que tarde o temprano habrá que subir los impuestos, por lo que ven un cálculo político en su retirada. Otros, en cambio, piensan que la elección del momento, coincidente con un inevitable rescate económico, con una crisis política del modelo de Estado y una crisis social, ha sido deliberado, para señalar que España está en un punto de no retorno. Sea como sea, Aguirre se marcha habiendo demostrado que la coherencia entre ideas y actos es posible.

john.muller@elmundo.es