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  • Federico Jimenez Losantos

Adéu

TRAS la manifestación de cientos de miles de catalanes por la independencia y mientras Rajoy sigue más callado que los Toros de Guisando, el organizador y administrador de la demostración de fuerza separatista se presentó en Madrid para refrotar el morro gatuno contra su masa excrementicia, bárbara forma de reducirlo a la obediencia. Artur Mas exhibió todos los recursos despectivos contra España y lo español que el separatismo catalán considera artículos de fe y que, a diferencia de Pujol, que en Madrid se fingía Ramoneta, ha exhibido siempre el fugaz sucesor.

España y Cataluña -ha dicho en el estilo untuoso y perdonavidas que caracteriza a su tribu- tienen «fatiga mutua», pero España no tiene razón para quejarse. Al contrario: «durante décadas, Cataluña se ha esforzado en que España fuera un Estado amable donde pudiera encajar bien». Y aunque a su lado estaba de avalista o comisionista el Jefe de la Casa del Rey -era el acto adecuado para la reaparición de Urdangarin y la infanta Cristina- nadie le recordó que la Constitución de 1978 cambió por completo la estructura tradicional del Estado y creó, con dos catalanistas -Roca y Solé Tura- entre los siete redactores, una forma de Estado, el de las Autonomías, que ha dejado a España en ruinas pero al que el separatismo catalán nunca correspondió «encajando» lo español con «amabilidad». Todo han sido coces y pedir dinero. Se ha prohibido el español en la enseñanza y la Administración, se multa su uso comercial, las sentencias del Supremo no se cumplen, la bandera española se quema ritualmente y los infinitos canales de TV subvencionada ahorman la opinión con el amable estribillo: «España ens roba». Qué temerario, Mas, adentrándose en Sierra Morena.

Pero el caudillet sería el mendigo más fatuo de la Tierra si creyera que seguiremos pagando su desprecio. Agradezcamos la gentileza de anunciarnos que su Estado está en marcha y es irreversible. Pero no estropeemos la despedida regateando. No nos robemos más. No desluzcamos los adioses pretendiendo que España pague las deudas de Cataluña y la siente en la Unión Europea, cuya moneda, dijo Mas, piensa fortalecer. Alemania, sin duda, respirará tras conocer el apoyo del bono-basura catalán al euro, pero España no tiene remedio. Así que divorcio, inmediato, ya. Pensión, ni hablar. Adéu siau.

>Vea el videoblog de Carlos Cuesta: La escopeta nacional. Hoy: La decisión política de Bolinaga