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Las cifras de Cataluña

Fue una manifestación especialmente multitudinaria, especialmente independentista y daba especialmente la sensación de que algo trascendental estaba a punto de pasar. Pero el número de participantes fue tan significativo como engañoso, porque un país no se defiende ni se construye con manifestaciones masivas, sino con decisiones políticas y expresando cada cual su voluntad en las urnas.

El precedente más inmediato de la concentración de ayer fue la marcha contra la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto, también multitudinaria. Cientos de miles de catalanes se echaron a la calle para defender la integridad de un texto cuyo referendo de aprobación tuvo una participación inferior al 50%. ¿De qué estamos hablando?

El movimiento independentista se cree mayoritario después de jornadas como las de ayer. Pero en el Parlamento de Cataluña, que es donde los temas se discuten y las decisiones se toman, sólo hay 14 diputados que obtuvieron sus escaños presentándose a las elecciones con la independencia en su programa. El presidente Mas dice siempre que, aunque él es independentista, no puede presentarse a las elecciones como tal porque las perdería.

Aun suponiendo que los votantes de CiU fueran todos independentistas, que es mucho suponer, y que también lo fueran todos los comunistas, que todavía es suponer más, en las últimas elecciones generales, históricas en Cataluña porque CiU derrotó por primera vez a los socialistas, la suma de los votos obtenidos por nacionalistas, comunistas y ERC fue de 1.538.107; y los partidos expresamente declarados no independentistas, PP y PSOE, recibieron 1.636.125 sufragios, siendo la participación mucho más alta (70%) que en las elecciones al Parlamento de Cataluña, de las que entre un 40% y un 50% de los catalanes pasan olímpicamente.

Los catalanes nos hemos convertido con el tiempo en grandes profesionales del evento reivindicativo, pero para cambiar la Historia lo que cuenta es la política.

Y, de momento, la mayoría de independentistas lo son hasta que tienen que pagar el precio. Mas es independentista hasta que llegan las elecciones y confecciona su programa. Tantísimos catalanes son independentistas hasta que votan, y deciden, y se inclinan por Convergència, que no se declara independentista porque sabe que de hacerlo no ganaría. Somos el precio que pagamos. El precio económico, moral y espiritual que pagamos por las ideas en las que creemos. El resto son diversiones de festivo entre semana.

Por lo tanto, las cifras de Cataluña no son las de ayer. Las cifras de Cataluña son las decisiones que libre y democráticamente han tomado los catalanes cada vez que han sido convocados a las urnas.

Nada ni nadie puede detener a un pueblo en su propósito de ser libre. Pero ni los catalanes ni su clase política han expresado de momento ninguna determinación ni propósito alguno de independizarse de un modo serio y contable, que es presentándose a unas elecciones con este proyecto y ganándolas.

Lo que separa a Cataluña de su independencia no es ni la Constitución, ni el Ejército, ni la Unión Europea que, evidentemente, acabaría aceptándonos. Lo que separa a Cataluña de su independencia es que los catalanes y su principal partido político llevan toda la democracia coqueteando con ella para parecer más valientes pero votando expresamente en su contra en cada elección, porque en el fondo somos unos cobardes cuando se trata de algo más que de organizar fiestas de cumpleaños.