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  • Luis M. Anson

Alberto Contador y Pedro J. Ramírez

ALBERTO Contador se ha encaramado en el podio curul de la Vuelta Ciclista a España gracias a su espíritu competitivo, a su admirable tenacidad, al entrenamiento durísimo al que se ha sometido, al calor encendido por una afición entusiasta. Todo eso es verdad. También lo es que, sin la reacción de Pedro J. Ramírez ante la tropelía del dopaje, el gran ciclista no habría sido Ave Fénix sino rescoldo entre las cenizas de una gloria devastada.

Pedro J. Ramírez volcó a la opinión pública a favor de Contador, recabó el testimonio de grandes juristas, combatió la falacia de un dopaje incierto y devolvió al campeón al lugar que le corresponde. Nadie pensará a estas alturas de mi dilatada vida profesional que el reconocimiento del mérito en este caso de Pedro J. Ramírez tiene objetivo distinto al de hacer justicia. Me ha fastidiado que en la nueva apoteosis de Alberto Contador nadie haya recordado quién le ayudó cuando estaba herido. Pedro J. Ramírez cumplió con su deber profesional de denunciar determinados abusos del poder y salvó del ludibrio a una de las grandes figuras del deporte español que, por cierto, no se cansa después de tres semanas de pedalear cinco horas diarias escalando cimas escarpadas, mientras Cristiano Ronaldo y otros divos del fútbol se quedan agotados por jugar con el balón en las botas diez minutos por partido y un par de veces a la semana.

En su día vaticiné a Alberto Contador que sería el «Hades del pedal, que los nuevos Píndaros le dedicarían versos de hierro y de miel, que, Perséfone al fondo mortal y rosa, los cíclopes le adornarían con el casco de la victoria en los Campos Elíseos de París». Una turbia maniobra de dopaje y la envidia de algunos dirigentes galos estuvieron a punto de truncar la carrera profesional del campeón pero, aunque Rajoy no cree en los medios de información, un periódico nacional y un periodista sagaz restablecieron el ánimo del ciclista hundido en la miseria.

La honradez personal de Alberto Contador, su capacidad para la reacción y para el entrenamiento le han vuelto a catapultar en una durísima Vuelta a España. Contador no vencía a sus rivales por el dopaje. No. Los derrotaba por calidad, potencia e inteligencia. Y así lo ha vuelto a demostrar. Cuando le otorgamos a Miguel Induráin el ABC de Oro, con los grandes nombres del ciclismo a la mesa del periódico, escuché decir a Bahamontes: «Tardé en aprender que la clave de la victoria está en la cabeza, no en las piernas». Y seguramente tenía razón el águila real de las cumbres. Ha sido la cabeza la que le ha permitido a Alberto Contador triunfar en la Vuelta Ciclista a España, sin olvidar la huella fugitiva del periodista que le hizo emerger del hundimiento.

Luis María Anson de la Real Academia Española.